Entramos en el mes de Noviembre, un mes que nos trae fechas muy importantes como la celebración de la Virgen de la Medalla Milagrosa o simplemente “La Milagrosa” como se le designa popularmente y también la de su vidente Santa Catalina Labouré, la santa del silencio, San Martín de Porres que se celebra hoy, Santa Margarita de Escocia, la Presentación de la Santísima Virgen, Santa Cecilia, San Andrés y por si fuera poco hemos celebrado anteayer y ayer las fechas de Todos los Santos y de Todos los Difuntos.
En nuestro camino a Belén nos faltan apenas 51 días para que lleguemos a tiempo para la Natividad de Jesús, preparémonos, meditemos en todas estas cosas, leamos la vida de los santos y oremos continuamente para que el Señor guíe nuestros pasos por los senderos de la justicia y de la paz.
María actúa con Celestial Prudencia, su preñez está ya bastante avanzada, ella sabe que en su vientre palpita la vida de nuestro Dios y Señor, por ello se esmera en preparar a tiempo todo lo necesario para su recibimiento. Ella ha hilado paños de lino que servirán ahora para recortar los pañales y fajitas necesarias y pide a San José que busque una tela de lana que sea suave para hacer las mantillas, sabe que este Rey que va a nacer quiere humillarse y ser tratado como hijo de los hombres y así lo manifestará él mismo más adelante cuando se autodenomine “El Hijo del Hombre”, pues así lo quería su verdadero Padre, el Creador de Cielos y Tierra.
Con especial cuidado prepara la Virgen Santísima las camisillas y sabanillas que debería usar Nuestro Señor, haciéndolo todo con sus propias manos, con reverencia, a veces humedeciéndolas con sus propias lágrimas y perfumándolas con flores y yerbas que le traía San José para preparar agua olorosa y rociarlas y guardarlas cuidadosamente en una cajita que llevaría consigo a Belén.
Todo esto nos debe hacer pensar en lo cuidadosos que debemos ser con todas las cosas que preparamos para adorar a Dios y para honrar a la Virgen y a los Santos, cuando hacemos, por ejemplo, el pesebre que nos va a recordar en la casa o en el trabajo, el nacimiento del Niño Dios o cuando preparamos un altarcito para nuestras imágenes que debemos hacerlo con el mayor amor, procurando utilizar las cosas que sean más bonitas y más sencillas, no es necesario que sean costosas, pero si que sean escogidas con gusto y con el deseo de agradar al Señor, haciendo uso de esa Celestial Prudencia que adornó a la Santísima Virgen durante aquella espera amorosa.
Que la paz y la bendición de Dios llegue a todos sus hogares.
En nuestro camino a Belén nos faltan apenas 51 días para que lleguemos a tiempo para la Natividad de Jesús, preparémonos, meditemos en todas estas cosas, leamos la vida de los santos y oremos continuamente para que el Señor guíe nuestros pasos por los senderos de la justicia y de la paz.
María actúa con Celestial Prudencia, su preñez está ya bastante avanzada, ella sabe que en su vientre palpita la vida de nuestro Dios y Señor, por ello se esmera en preparar a tiempo todo lo necesario para su recibimiento. Ella ha hilado paños de lino que servirán ahora para recortar los pañales y fajitas necesarias y pide a San José que busque una tela de lana que sea suave para hacer las mantillas, sabe que este Rey que va a nacer quiere humillarse y ser tratado como hijo de los hombres y así lo manifestará él mismo más adelante cuando se autodenomine “El Hijo del Hombre”, pues así lo quería su verdadero Padre, el Creador de Cielos y Tierra.
Con especial cuidado prepara la Virgen Santísima las camisillas y sabanillas que debería usar Nuestro Señor, haciéndolo todo con sus propias manos, con reverencia, a veces humedeciéndolas con sus propias lágrimas y perfumándolas con flores y yerbas que le traía San José para preparar agua olorosa y rociarlas y guardarlas cuidadosamente en una cajita que llevaría consigo a Belén.
Todo esto nos debe hacer pensar en lo cuidadosos que debemos ser con todas las cosas que preparamos para adorar a Dios y para honrar a la Virgen y a los Santos, cuando hacemos, por ejemplo, el pesebre que nos va a recordar en la casa o en el trabajo, el nacimiento del Niño Dios o cuando preparamos un altarcito para nuestras imágenes que debemos hacerlo con el mayor amor, procurando utilizar las cosas que sean más bonitas y más sencillas, no es necesario que sean costosas, pero si que sean escogidas con gusto y con el deseo de agradar al Señor, haciendo uso de esa Celestial Prudencia que adornó a la Santísima Virgen durante aquella espera amorosa.
Que la paz y la bendición de Dios llegue a todos sus hogares.
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