lunes, 17 de noviembre de 2008

IX-112 El Pan de Vida.


Para nuestro crecimiento espiritual debemos analizar y meditar las Sagradas Escrituras, leer la Santa Biblia, los escritos de los santos padres de la Iglesia y la vida de los santos, pues mientras dediquemos todo nuestro tiempo a las lecturas mundanas, literatura, historia, idiomas y ciencias, estamos comiendo polvo como le dijo Nuestro Señor a Santa Gertrudis en una aparición: “Hasta ahora te has dedicado a comer polvo como los que no tienen fe. De allí has tratado de extraer miel y solo has encontrado espinas. Desde ahora dedícate a meditar en mis mensajes y ahí si encontrarás el verdadero maná que te alimentará y te dará la fortaleza y la paz.”

Recordemos que el maná fue el pan que Dios hizo caer del cielo, para que los israelitas se alimentaran en el desierto durante aquella larga travesía, después de su liberación de la esclavitud en Egipto. Sin embargo, Jesucristo cuando nos habla de la Eucaristía se compara a si mismo con aquel maná y nos dice: “Yo soy el pan de vida. Sus antepasados comieron el maná en el desierto, pero murieron: aquí tienen el pan que baja del cielo para que lo coman y ya no mueran. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá para siempre.


El pan que yo daré es mi carne y lo daré para la vida del mundo.” (Jn 6, 48-51).

Para el momento en que Jesús hace estos anuncios no había instituido todavía la Eucaristía, lo que vino a hacer durante la última cena con sus apóstoles, por lo que estos anuncios parecían extraños y los judíos discutían entre si preguntándose ¿Cómo puede este darnos a comer su carne? Incluso los mismos apóstoles vinieron a entender las palabras de Jesús durante la última cena con el Maestro.

En el Antiguo Testamento leemos que entre los diversos sacrificios que se hacían en el Templo estaban los de comunión, en los cuales después de haber sido sacrificada la víctima, los fieles comían parte de su carne en un banquete, esta comida los unía a Dios. De allí que Jesús sabiéndose victima del supremo sacrificio de la cruz, quiso dejarnos esta institución, que tiene su antecedente en aquella, para que pudiésemos comer su carne y beber su sangre y por tanto estar unidos a El, perfeccionando así el sacrificio.

Vamos en búsqueda del Pan de Vida, es el maná que baja del cielo para alimentarnos y para darnos vida eterna, no desperdiciemos la oportunidad que tengamos de comulgar con frecuencia, desde luego con la debida preparación, de alimentarnos de ese pan divino que nos une íntimamente con el Señor y conservémosle en nuestro corazón el mayor tiempo posible, alejándonos del pecado, para demostrarle nuestro amor, tengamos ansia de esa unión con Jesús, tengamos hambre de la Eucaristía.

Que la paz y la bendición de Dios llegue a todos sus hogares.

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