viernes, 23 de octubre de 2009

X-086 Romped las Cadenas.


ROMPED LAS CADENAS.

El pecado esclaviza al hombre, lo ata con cadenas invisibles que son más pesadas que las de hierro verdadero, Jesús nos llama a romper esas cadenas y liberarnos para construir un mundo mejor a nuestro alrededor.

La esclavitud del pecado se va forjando lentamente, casi imperceptiblemente va doblegando nuestra voluntad, nos va obligando a hacer cosas que nuestra propia conciencia nos repudia, porque el olor del pecado es imperceptible para el que vive inmerso en él. Es comparable al que vive en su casa rodeado de perros, ya no percibe el olor característico de estos fieles animales, si alguien viene de fuera y le dice que su casa huele a perro, se extrañará y dirá que no se había dado cuenta, o como el que fuma y huele a cigarrillo o el que bebe y huele a borracho, sus olores característicos se han ido borrando de sus propias sensaciones y no lo perciben, así ocurre con el pecado, nos va acostumbrando a su mal olor sin que nos demos cuenta, tenemos que despertar, tenemos que romper esas cadenas.

El Señor nos está llamando: “Yo reprendo y corrijo a los que amo. Vamos, anímate y conviértete. Mira que estoy a la puerta y llamo, si uno escucha mi voz y me abre, entraré en su casa y comeré con él y él conmigo.”( Ap 4, 19-20). A veces nos ocurren cosas que parecen objeto de la casualidad, es como si alguien nos estuviera abriendo los ojos y nos dijera que miráramos los pesados grillos que tenemos atados a los pies y nos entrega la llave que los abrirá, nos da el colirio que limpia nuestros ojos y nos permite ver lo que antes no percibíamos, o nos ocurre algo que tomamos como una desgracia o mala suerte, pero que nos hace comprender y abrir los sentidos, no son casualidades, son los llamados y las reprensiones que nos hace Dios para que escuchemos su voz, para corregirnos, nos empuja y nos anima a la conversión, no desoigamos su llamado, no seamos sordos a sus toquidos, abramos la puerta de nuestro corazón y permitamos que él entre.

Si nuestras fuerzas parecen ser insuficientes para romper las cadenas, invoquemos a la Santísima Virgen María, ella es “Refugio de los Pecadores”, pidámosle que nos ayude, que nos tome de la mano y nos levante, que estamos dispuestos a poner toda nuestra voluntad y todo nuestro esfuerzo al servicio de su Hijo, que le amamos y queremos servirle, queremos ser libres de la esclavitud del pecado y así poder construir el Reino de Dios en nosotros, un mundo nuevo, un mundo de libertad y de amor para compartirlo con todos nuestros semejantes.

Alabado sea Jesucristo.

Que la paz y la bendición de Dios lleguen a todos sus hogares, feliz fin de semana y no olviden la misa dominical y el rezo del Rosario en familia.



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