viernes, 9 de abril de 2010

XI-027 Reflexiones Eucarísticas.


REFLEXIONES EUCARISTICAS.

La presente meditación está basada en una charla dictada recientemente por el Reverendo Pbro. Tim Bayerley, párroco de la Parroquia San Juan María Vianney de New Jersey, U.S.A. y Vice-postulador de la Causa de Beatificación y Canonización de la Sierva de Dios María Esperanza, sobre las máximas espirituales de María Esperanza acerca de la Eucaristía.

Me viene a la mente en estos momentos el texto de una tarjeta postal enviada por María Esperanza, durante uno de sus viajes, a los miembros de la Fundación Betania: “Oh Jesús Hostia Sagrada, inflámanos en aquel fuego santo que has venido a traer al mundo para encenderlo en nuestros corazones de amor por Dios y las almas, bendícenos. Hijos míos que la Divina Eucaristía sea vuestro alimento, pan del cielo. Dios los bendiga, María Esperanza.”

En efecto, recordemos que Jesús dice en un pasaje del evangelio: “He venido a traer fuego a la tierra y ¡Cuánto desearía que ya estuviera ardiendo” (Lc 12, 49), ese fuego es de amor, en primer lugar por Dios que es nuestro Padre y luego por nuestros prójimos en los cuales debemos ver el rostro de Jesús solicitando nuestra ayuda y nuestro consuelo.

Por otra parte, nos recomienda alimentarnos espiritualmente con la Divina Eucaristía, Jesús es el pan que ha bajado del cielo y que quiere alimentarnos para que nuestras almas no desfallezcan.

Para alcanzar las metas que Jesús quiere de nosotros requerimos estar en intimidad con El, para ello es necesario que acudamos diariamente a la Eucaristía, porque la intimidad con Cristo podemos lograrla todos sin necesidad de ser místicos.

La Eucaristía a la vez que es nuestro alimento es también nuestra vida sobrenatural, esa vida que nos ayuda a encontrarnos con nuestros hermanos, para que el mismo Cristo pueda amarlos a través de nosotros, así seremos su instrumento para conducir la gracia que El quiere derramar sobe todos.

En el momento de recibir la Eucaristía debemos estar concientes de la grandiosidad de ese momento, se trata del cuerpo y la sangre de nuestro amado Jesús que viene a nosotros para unirse a nuestra alma y nuestro cuerpo, debemos actuar con la misma reverencia que un día tuvimos al recibir la Primera Comunión.

Existe una gran conexión entre la Eucaristía y la Confesión, ya que una confesión frecuente nos permite recibir mejor la Eucaristía. San Juan Bosco decía que con la Eucaristía y la Confesión solamente podemos hacernos santos.

Amemos a nuestra Iglesia, defendámosle en los momentos de tribulación, porque de ella es que recibimos los sacramentos de la Confesión y la Eucaristía, la Eucaristía es la Iglesia y la Iglesia es la Eucaristía, oremos por ella, para que sus sacerdotes sean santos y para que sean muchos santos sacerdotes.

Que la paz llegue a todos sus hogares, les recuerdo este fin de semana acudir a la misa dominical y rezar el rosario en familia para que permanezcan unidos en el Señor.

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