HABLEMOS DEL ESPIRITU SANTO.
El Espíritu Santo es la Tercera Persona de la Santísima Trinidad, junto al Padre y el Hijo conforma al Dios Unico y verdadero que nosotros adoramos.
Decíamos en nuestra meditación anterior que estamos en la semana previa a la celebración del Día de Pentecostés, es decir del día en que el Espíritu Santo bajó del cielo y se posó sobre la cabezas de los apóstoles convirtiéndoles de personas tímidas, temerosas e ignorantes en personas de gran fortaleza y voluntad, dándole sus dones para que pudieran salir por el mundo a evangelizar.
Durante la vida de Jesucristo vemos al Espíritu Santo actuar en muchas situaciones, él es quien engendra al propio Jesús en el vientre virginal de María, quien hace saltar a Juan de alegría en el vientre de Isabel ante la presencia de su prima, es quien impulsa a Simeón para reconocer al Salvador cuando fuera presentado en el templo y es quien se posa en forma de paloma cuando Jesús es bautizado en el Jordán.
Antes de subir al cielo, Jesucristo había prometido a los apóstoles que les enviaría al Espíritu Santo, se los dijo de la siguiente manera: “Cuando venga el Protector que les enviaré desde el Padre, por ser él el Espíritu de verdad que procede del Padre, dará testimonio de mí. Y ustedes también darán testimonio de mí, pues ha estado conmigo desde el principio.” (Jn 15, 26-27).
De ese breve texto podemos sacar varias conclusiones, por una parte que el Espíritu Santo es un protector que procede del Padre, en consecuencia nosotros al sentirnos desamparados, al igual que se sintieron los apóstoles cuando se fue Jesús al cielo, podemos pedir al Padre que nos envíe la protección del Espíritu Santo. Por otra parte, el Espíritu Santo es también el Espíritu de verdad, de manera que su presencia en nosotros no solo será como Consolador en nuestra aflicción, sino que será una luz que nos iluminará con su sabiduría y nos santificará con su amor.
Acerquémonos pues al Espíritu Santo, con oración ferviente, para pedir su protección, su consuelo y su luz.
Acerquémonos pues al Espíritu Santo, con oración ferviente, para pedir su protección, su consuelo y su luz.
Del libro de plegarias de la Sierva de Dios, María Esperanza, “El Puntal de Luz”, tomamos la siguiente breve plegaria al Espíritu Santo Amor Divino: “Ven, Espíritu Santo, Amor Divino de mi corazón y embriágame con el don de la sabiduría para saborear las cosas dulces y rectas del Señor. Amén.”
Oraciones Comunitarias: 1) Por nuestro Santo Padre, Benedicto XVI, para que el Señor le de la fortaleza y la inteligencia necesaria para afrontar los ataques a la Iglesia. 2) Por que se agilice la Causa de Beatificación y Canonización de la Sierva de Dios, María Esperanza. (Los que deseen la Oración y la estampita pueden solicitarla y con gusto se la enviaremos.)
Señor te pedimos por todas estas intenciones, escucha nuestras súplicas y atiéndelas según tu Santa Voluntad. (Padre Nuestro, Ave María y Gloria )
Que la paz y la bendición de Dios llegue a todos sus hogares.
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