lunes, 8 de noviembre de 2010

XI-108 Pastores del campo.


PASTORES DEL CAMPO.

Imaginemos por unos momentos que somos pastores de ovejas y vivimos en el campo, es de noche, todo está oscuro, sin embargo brillan en el cielo miles de estrellas que nos permiten con sus reflejos ver con claridad el rebaño que duerme tranquilamente, algunos de nosotros están descansando, otros hacemos guardia por turnos.

De las estrellas que resplandecen en el cielo una en especial nos llama la atención, es más luminosa que todas y está muy cerca, ¿qué significará?
De pronto hay una mayor claridad, pareciera que de repente se hizo de día a nuestro alrededor, quedamos asustados, ¿qué pasa?, se aparece un joven resplandeciente que se dirige a nosotros y nos dice: “No tengan miedo, pues yo vengo a comunicarles una buena noticia, que será motivo de mucha alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, ha nacido para ustedes un Salvador, que es el Mesías y el Señor. Miren como lo reconocerán: hallarán a un niño recién nacido, envuelto en pañales y acostado en un pesebre.” (Lc 2, 10-12).

Que gran noticia, un recién nacido, es por aquí cerca, y es el Mesías que tanto ha esperado nuestro pueblo, nuestro Salvador, vamos a conocerlo ahora mismo, no perdamos tiempo. Despertemos a todos, no es hora de dormir, esto es algo muy grande.
Aquel joven era un ángel, no cabe duda, su dulzura, su resplandor. “De pronto una multitud de seres celestiales aparecieron junto al ángel y alababan a Dios con estas palabras: “Gloria a Dios en lo más alto del Cielo y en la tierra paz a los hombres; esta es la hora de su gracia.”(Lc 2, 13-14).

Vamos pues a ciudad de David que es Belén a ver lo que ha sucedido.
El llamado del ángel es para todos nosotros, los despiertos y los dormidos, Dios nos está avisando la llegada de el Salvador del Mundo, no perdamos tiempo, pongámonos en camino para conocerle, amarle y adorarle, ha llegado la gracia y la paz para toda la humanidad. Dios nos está demostrando que nos ama, que su amor es tan grande que quiere compartirlo con nosotros, no tengamos miedo, Dios se ha hecho niño para que no le temamos, acerquémonos a su cunita, a su pesebre y lo hallaremos sonriéndonos, aunque no hable todavía, con sus ojitos lindos nos dirá ¡gracias por venir a verme!

Que la paz y la bendición de Dios llegue a todos sus hogares.

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