miércoles, 10 de noviembre de 2010

XI-109 ¿Es pecado descuidar la salud?


¿ES PECADO DESCUIDAR LA SALUD?

Algunos piensan que pueden tratar a su cuerpo de cualquier manera porque es suyo y con ello no perjudican a nadie más, hay también quienes dando preferencia a las cuestiones espirituales, mortifican en exceso su cuerpo creyendo que con esto favorecen su vida espiritual, en realidad no es así, nuestro cuerpo es un regalo de Dios, es El quien nos ha hecho a su imagen y semejanza, no se trata de un objeto cualquiera o simple, es una creación maravillosa y complicada que funciona continuamente por años y cuya complejidad no sido aún suficientemente explorada por la ciencia humana.

Sobre esa estupenda maquinaria Dios ha dado un soplo de vida y le ha insuflado el espíritu, nuestro propio ser, que va a permanecer estrechamente unido a ese cuerpo hasta el día de la muerte. Nosotros los católicos, al momento de ser bautizados recibimos al Verbo “la luz verdadera que ilumina a todo hombre” (Jn 1, 9) y nos convertimos en “hijos de la luz” (1 Ts 5, 5) y en “luz” nosotros mismos (Ef 5, 8). Mediante el bautismo recibimos el don del Espíritu Santo, por tanto nuestro cuerpo pasa a ser Templo del Espíritu Santo, y si es Templo del Espíritu Santo es Templo de Dios.

No podemos atentar contra el Templo de Dios, recordemos el celo de Nuestro Señor Jesucristo por el Templo de su Padre y como echó a latigazos a los mercaderes que lo profanaban.

En consecuencia, cuando atentamos contra nuestro cuerpo al descuidar la salud, estamos pecando contra el quinto mandamiento de la ley de Dios, si nos embriagamos o comemos demasiado, si consumimos drogas, si desatendemos las indicaciones del médico, en fin si descuidamos nuestra salud, de alguna forma estamos matando lentamente nuestro cuerpo y el quinto mandamiento nos dice: “No matar”.

El descuido de la salud conduce a la muerte y el fruto del pecado es la muerte, por tanto es fácil deducir que efectivamente si es pecado descuidar nuestra salud. Nos dice San Pablo en su carta a los Romanos que el fruto del pecado es la muerte: “Ahora, en cambio, siendo libres del pecado y sirviendo a Dios, trabajan para su propia santificación, y al final está la vida eterna. El pecado paga un salario, y es la muerte. La vida eterna, en cambio, es el don de Dios en Cristo Jesús, nuestro Señor.” ( Rm 6, 22-23).

No descuidemos pues nuestra salud ni nuestro cuerpo que es Templo de Dios, dejemos atrás el pecado y trabajemos por nuestra santificación para alcanzar la vida eterna.

Que la paz y la bendición de Dios llegue a todos sus hogares.

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