miércoles, 17 de noviembre de 2010

XI-112 Una Buena Confesión.


UNA BUENA CONFESION.

Ya han comenzado a pagar los aguinaldos y las utilidades a los empleados de empresas y de servicios públicos, es ese ingreso extra que nos permite hacer las compras navideñas, los juguetes de los niños, los regalos a los mayores y las comidas especiales que se acostumbra preparar en esta época, cada quien de acuerdo con su nivel de ingreso y sus posibilidades, no olvidemos nunca a los pobres, aquellos que no tienen empleo o que disponen de una entrada muy exigua que apenas les alcanza para cubrir sus necesidades elementales, hagamos un apartado de lo nuestro para ayudarles a que sus navidades sean lo más humanas posibles.

Nos preparamos para celebrar un año más del nacimiento de Jesús, recordando, con ciertas variantes, los hechos que acaecieron hace más de veinte siglos, entre ellos los regalos que llevaron los reyes magos al Niño Jesús, de allí viene esa costumbre de hacer obsequios en la Navidad, especialmente a los niños.

También el Niño Dios espera de nosotros en esta Navidad un regalo, ¿has pensado en ello?, no podría ser algo material, tiene que ser algo que salga de nuestro corazón y que le demuestre nuestro amor y nuestra alegría por su nacimiento.

¿Quieres que te recomiende algo? Está bien, es algo que no solo va a agradar al Niño Jesús, sino que va a ser de alegría para los ángeles del Cielo e incluso para ti pues te va a brindar paz y serenidad para tu conciencia, te recomiendo hacer una Buena Confesión.

Decía Juan Pablo II que “quienes se acercan al sacerdote a confesar sus pecados encuentran alegría, serenidad y paz para su conciencia”. Y Jesús dijo en la parábola de la oveja perdida: “ Yo les digo que de igual modo habrá más alegría en el Cielo por un solo pecador que vuelve a Dios que por noventa y nueve justos que no tienen necesidad de convertirse.”(Lc 15, 7).

¿Qué se requiere para que una confesión pueda ser llamada “Una Buena Confesión”? En primer lugar un buen examen de conciencia, para ello debemos pedir al Espíritu Santo que nos ilumine y es recomendable tener a mano algún librito o folleto que nos ayude a recordar los mandamientos, luego de reconocer nuestras culpas arrepentirnos y hacer el propósito de enmienda, pedir perdón a Dios de todo corazón, acudir al sacerdote en el confesionario y decirlo todo con la mayor claridad para que nos de la absolución y por último tratar de pagar esos pecados no solo con la penitencia que nos imponga el confesor sino también con buenas obras.
Este será un precioso regalo para el Niño Jesús.

Que la paz y la bendición de Dios llegue a todos sus hogares.

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