LOS CUATRO VOTOS DE MARIA.
Con la meditación de hoy estamos llegando a la número ciento once del año once, por esa razón les puse entre paréntesis la palabra “Capicúa” que significa que un número o una palabra puede leerse igual en ambos sentidos, pero lo más importante es que este año hemos podido lograr, gracias a Dios, un número mayor de meditaciones que en años anteriores pues hemos tenido menos interrupciones, todo sea para la mayor gloria de Dios.
En la meditación anterior mencionamos los cuatro votos de María y dijimos que Dios la había liberado del voto de Obediencia y de otro más, una atenta lectora nos escribió preguntando ¿Cuál fue el otro voto del cual fue liberada? Y ¿En que momento ocurrió esto? Nos parecieron interesantes preguntas que quizás muchos de ustedes se las hicieron pero que tal vez por timidez o por falta de tiempo no nos escribieron haciendo esas preguntas, es por eso que preferimos dar las respuestas en esta meditación.
Nos narra María de Jesús de Agreda en “Mística Ciudad de Dios, vida de la Virgen María”, cuyo texto le fuera dictado por la propia Madre Santísima, que a la edad de tres años la Virgen fue llevada al Templo para vivir en él, una vez allí y después de despedir a sus padres San Joaquín y Sta. Ana, la Virgen instruyó a los ángeles que la custodiaban para que fueran a consolar a sus santos padres en su aflicción y soledad.
Estando en el templo la Virgen sintió una virtud superior que la movía fuerte y suave y la espiritualizaba y la levantaba en un ardiente éxtasis, era la preparación de que estaba siendo objeto para ser llevada luego, en cuerpo y alma, al cielo por sus santos ángeles, engalanada, vestida de brocados y allí fue recibida por la Santísima Trinidad, ante quien ella se postró con profunda humildad y reverencia.
El eterno Padre habló a la Santísima Virgen y le mostró los tesoros del cielo, de su ser inmutable y de sus perfecciones infinitas y todo lo que tiene reservado para las almas que sean elegidas para acompañarle en su gloria, fue en esos momentos que la Virgen María se sintió altamente agradecida por tan inmensa benevolencia y ofreció al Padre los votos de Castidad, Pobreza, Obediencia y encerramiento en el Templo, lo cual agradó mucho a la Trinidad Santísima, pero el Padre le dijo que no sería posible cumplir todos esos fervorosos deseos, de acuerdo a lo que El había dispuesto para su vida y que por lo tanto quedaba liberada de los dos últimos mencionados, pero que obrara en lo posible como si los hubiera hecho todos y que en el futuro habría muchas doncellas en las que se cumplirían esos deseos que la seguirían a ella y le servirían a El viviendo juntas en congregaciones y serás madre de muchas hijas. (Son las religiosas de hoy en día)
Lo dice David en el Salmo 44: “vestida de brocados al rey es conducida. La siguen sus compañeras vírgenes que te son presentadas. Escoltadas de alegría y júbilo, van entrando al palacio real. En lugar de tus padres tendrás hijos, que en todas partes príncipes serán. Gracias a mi yo quiero que tu nombre viva de una a otra generación y que los pueblos te aclamen para siempre.” (Sal 44, 15-16)
Que la paz y la bendición de Dios llegue a todos sus hogares
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