PRIMER DÍA DEL CATECISMO.
Hoy celebra la Iglesia la memoria del Beato Juan Pablo II, me hubiera gustado dedicarle la meditación de hoy, pero ya teníamos el compromiso de comenzar el repaso del Catecismo y de dedicar todos los lunes a esta tarea, así que vamos a cumplir con la palabra empeñada.
En efecto, como recordarán ustedes, vamos a ayudarles a vivir el Año de la Fe con alguna de las tareas que su Santidad Benedicto XVI ha recomendado para este año, una de ellas la de hacer el repaso de nuestro Catecismo. Para lograr este propósito en el término de un año decíamos que es necesario cubrir cada semana en promedio unos 55 párrafos, por ello nos propusimos una primera tarea de 49 y luego iremos buscando la forma de mantener el promedio procurando siempre leer capítulos completos.
El Catecismo de la Iglesia Católica comienza con un Prólogo en el cual se dice que: “Dios, infinitamente Perfecto y Bienaventurado en sí mismo, en un designio de pura bondad ha creado libremente al hombre para que tenga parte en su vida bienaventurada. Por eso, en todo tiempo y en todo lugar, está cerca del hombre. Le llama y le ayuda a buscarlo, a conocerle y a amarle con todas sus fuerzas. Convoca a todos los hombres, que el pecado dispersó, a la unidad de su familia, la Iglesia.” Es mucho lo que podemos aprender y meditar sobre este Prólogo, sin entrar a una definición de Dios que por cierto sería siempre incompleta, puesto que el solo hecho de definir algo representa una limitación y a Dios no lo podemos limitar. Se asoman solo dos de las características de Dios, su perfección y su bienaventuranza que son infinitas y se hace depender de ellas la Creación del hombre, lo que implica no solo su cuerpo y su espíritu sino también el entorno que Dios le puso al crear la Tierra, los animales, las plantas y los minerales que le servirían para su sustento, véase el capítulo del Génesis en la Biblia.
Asimismo, la Creación del hombre abarca también todas aquellas cosas que están inscritas en su mente y en su corazón, como es el deseo de conocer a Dios, de escuchar su llamado y de amarle con todas sus fuerzas. El hombre trata de conseguir la dicha y la felicidad y para ello ensaya diferentes vías, pero solo en Dios encontrará la verdad y la dicha. Yo lo compararía con las piezas de un rompecabezas en las que solo hay una forma correcta de unirlas, solo en la comunión con Dios podrá el hombre encontrar su plena felicidad.
Para la próxima semana vamos a estudiar los párrafos que van desde el No. 50 hasta el No. 100, lo cual abarca parte del Capitulo II “Dios al Encuentro del Hombre” y los comentaremos el próximo lunes. Glorifiquen a Dios con sus vidas.
Que la paz de Cristo reine en tu corazón y la bendición de Dios Todopoderoso descienda sobre ti y toda tu familia y permanezca por siempre.
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