lunes, 29 de octubre de 2012

XIII-102 Dios al Encuentro del Hombre



DIOS AL ENCUENTRO DEL HOMBRE.

Como lo habíamos ofrecido, todos los lunes los estamos dedicando al repaso del Catecismo de la Iglesia Católica, para cumplir de una manera activa con las recomendaciones del Papa en este Año de la Fe. En esta segunda semana les habíamos pedido leer los párrafos del 50 al 100 que se encuentran al principio del Capítulo Segundo denominado “Dios al encuentro del Hombre”, para comentarlos hoy.

Existen dos maneras por medio de las cuales el hombre puede conocer a Dios, una es por la razón natural, es decir esa inteligencia que Dios ha puesto en la cabeza del hombre y que le permite, al contemplar las obras de Dios, reconocer que existe un Creador de todo aquello que no pudo haber surgido de manera espontanea, y la otra es que sea el mismo Dios el que decida ir al encuentro del hombre, es decir revelarse a si mismo.

No ha sido fácil para el hombre llegar al conocimiento de su Creador y reconocerlo como tal, incluso hoy en día en pleno siglo XXI vemos que existen ateos, gnósticos y otros que no creen en Dios, es decir que sus propios razonamientos no los han llevado al encuentro con Dios, es por eso que quizás Dios decidió en su bondad y sabiduría revelarse a si mismo e ir al encuentro del hombre.

Dios se revela a si mismo mediante acciones y palabras que es lo que se denomina la “pedagogía divina” lo que va haciendo de manera gradual a través del tiempo de manera de ir preparando al hombre para un designio tan importante y sobrenatural. Para ello Dios fue escogiendo a algunos hombres como Noé y Abraham para que iniciaran la formación del pueblo de Dios que fue llamado Israel y a ellos les envió otros profetas para ir educándolos en la esperanza de la salvación. Finalmente Dios se ha revelado plenamente enviando a su propio Hijo, en quien ha establecido su alianza para siempre. El Hijo es la palabra definitiva del Padre, de manera que no habrá otra revelación después de El..

Luego esa revelación se va a transmitir a las siguientes generaciones mediante la predicación apostólica, bien sea de forma oral o por escrito, al comienzo contando lo que habían vivido personalmente al lado de Jesús y luego ellos mismos escribieron todas estas experiencias en lo que conocemos como El Nuevo Testamento de la Biblia. De manera que nosotros podemos acceder a esta revelación bien sea por la Tradición de la Iglesia, es decir la transmisión oral que viene de los apóstoles y se ha trasmitido a sus sucesores los obispos de la Iglesia y las Sagradas escrituras, ambas íntimamente unidas y compenetradas.

Para la semana que viene puedes leer la parte final de este capítulo que va desde el párrafo No. 100 hasta el 141 y el próximo lunes lo comentaremos, que tengas un feliz día y procura glorificar a Dios con tu vida.
  
Que la paz de Cristo reine en tu corazón y la bendición de Dios Todopoderoso descienda sobre ti y toda tu familia y permanezca por siempre.

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