UNA MADRE SIEMPRE ES MADRE.
El próximo domingo 12 de Mayo se celebra en Venezuela y muchos otros países el Día de las Madres, esos seres tan queridos para todos nosotros por quienes somos capaces de darlo todo y de perdonarlo todo, por ello he querido dedicar la Meditación de hoy, junto con mi felicitación a todas las madres que leen estos mensajes.
Me viene a la mente uno de aquellos poemas que a mediados del siglo pasado recitaba por radio Luis Edgardo Ramírez, un poema gaucho escrito por el poeta argentino Juan Pablo López, titulado “La Leyenda del Horcón”, en el cual un gaucho viejo narra la historia de una mujer sorprendida en adulterio por su marido que dio cuenta de aquellos amantes y los enterró al pie de un árbol llamado el Horcón, todos creyeron que los amantes habían escapado y por muchos años nunca se supo lo que realmente había ocurrido, al final de la narración de aquella tragedia, de entre los oyentes que rodeaban al viejo, salta un joven que emocionado dice que aquel hombre era un macho y que él le besaría la mano, el viejo confiesa ser él mismo el personaje de la historia y aquel joven que era su hijo, le besa, ambos se abrazan emocionadamente y el hijo le dice al padre que hizo bien, pero que no la maldiga más, que la perdone, porque una madre siempre es madre, ¡Déjela que duerma en paz!
El amor entre madres e hijos es tan grande que es capaz de perdonarlo todo, para los hijos tener a su lado una madre y poderla consentir como ella lo hizo con nosotros durante nuestra infancia y adolescencia, es uno de los placeres más grandes que la vida nos brinda, lo malo es que no todos tenemos la dicha de disfrutar de su compañía, por ley natural las madres mueren antes que los hijos, es por eso que muchos lucimos ese día en la solapa una flor blanca en su recuerdo y otros una flor roja que indica la alegría de tenerla viva todavía.
Jesús en su misericordia infinita nos legó a todos una Madre, su propia Madre, cuando clavado en la Cruz al ver a María y junto a ella al discípulo que más amaba, dijo a María: “Mujer ahí tienes a tu hijo”. Después dijo al discípulo: “Ahí tienes a tu Madre” Y desde aquel momento el discípulo se la llevó a su casa.” (Jn 19, 26-27) Y es el mismo discípulo, San Juan, quien nos lo narra en su evangelio y en su persona al pie de la Cruz estamos representados todos nosotros, tenemos la gracia que somos hijos de una misma Madre, hermanos de Cristo Nuestro Señor que amó a su Madre infinitamente, así como ella lo amó a él, amémosla también nosotros con todo nuestro corazón.
Pidamos a nuestra madre del cielo, “la Madre de todos los cristianos”, como decía San Ambrosio, que nos alcance las virtudes que ella desea ver en nosotros, la humildad, la paciencia, la caridad con el prójimo, y por sobre todo la conformidad con la voluntad del Padre. Tengamos confianza en el poder de su intercesión y no dudemos nunca acudir a ella en todas nuestras necesidades que a pesar de nuestros pecados, ella siempre está dispuesta a atender a sus hijos y a brindarnos sus amorosos cuidados, una Madre siempre es Madre.
Glorifiquemos a Dios con nuestra vida.
Que la paz de Cristo reine en tu corazón, feliz fin de semana, feliz día a todas las madres y no olviden el rezo del Rosario en familia y la asistencia a la misa dominical.
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