martes, 13 de agosto de 2013

XIV-061 Jesús y el Título de Señor.



JESÚS Y EL TITULO DE SEÑOR.

No olvidemos nuestro repaso del Catecismo, habíamos estado hablando acerca de los nombres o títulos que se dan a Jesús y su significado, hoy queremos referirnos al último de estos nombres, el título de Señor, con lo cual se concluye el artículo dos del Capítulo segundo del Catecismo, lo que pueden encontrar en los párrafos que van del 446 al 455.

En el Antiguo Testamento, el título de Señor es el que se da a Dios Padre y esto viene desde el episodio de la zarza ardiente en la que Moisés le pregunta a Dios su nombre y El le responde con el enigmático nombre de Yaveh que como sabemos tiene el significado de “Yo soy”, pero también en el idioma griego esta expresión se tradujo por la de “Kyrios” que quiere decir “Señor”. De manera que en el Antiguo Testamento, a partir de entonces la palabra Señor identifica al Dios de Israel, en cambio en el Nuevo Testamento no solo se utiliza para el Padre sino que también se le da a Jesús con lo cual de paso se le hace un reconocimiento como Dios. Y es que Jesús mismo se lo atribuye cuando habla con los apóstoles y les dice “ustedes me llaman Señor y en realidad lo soy…” y en la lectura de los evangelios vemos como muchas personas al dirigirse a Jesús para pedirle o preguntarle algo lo hacen con este título, en señal de respeto y confianza. También el apóstol Tomás cuando reconoce a Jesús resucitado le dice “Señor mío y Dios mío” (Jn 20, 28) en señal de adoración, expresión que usamos nosotros en el momento de la elevación durante la Santa Misa.

De manera que el título de Señor va adquiriendo en la lectura del Nuevo Testamento una connotación de amor y respeto que lo convierte en propio de la tradición cristiana “!Es el Señor!” (Jn 21, 7) exclaman los apóstoles al reconocer a Jesús resucitado, y es a la vez un reconocimiento de la condición divina de Jesús y de que a El corresponden también el honor y la gloria que son debidos a Dios Padre.

Esta afirmación del señorío de Jesús tiene también para nosotros los católicos un significado muy importante y es el de que el hombre no debe limitar su libertad personal a ningún poder terrenal sino solo a Dios Padre y al Señor Jesucristo.

Por último hagamos referencia a que la oración cristiana comienza y termina dando este título de Señor a Jesucristo, ciertamente cuando en el sacrificio de la Misa se invita a rezar el oficiante dice “El Señor esté con vosotros” y al terminar “por Jesucristo Nuestro Señor” y en la Carta a los Corintios nos dice San Pablo que nadie puede decir “!Jesús es Señor!” sino por influjo del Espíritu Santo ( 1 Co, 12, 3) es decir que confesar o invocar a Jesús como Señor es creer en su divinidad.
Glorifiquemos a Dios con nuestra vida.

Que la paz de Cristo reine en tu corazón y la bendición de Dios Todopoderoso descienda sobre ti y toda tu familia y permanezca siempre.

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