lunes, 6 de octubre de 2008

IX-096 ¡Oh Dulcísima María!


Con estas palabras termina la letra del Salve Regina, el canto que se interpreta en honor a la Santísima Virgen María en todos los templos de la cristiandad en el mundo. ¡Oh Dulcísima María! , comparando la dulzura que disfrutamos en nuestra boca cuando saboreamos un riquísimo postre o un pedazo de torta, con la amorosa actitud de nuestra Santísima Madre al tratarnos como hijos suyos, con la diferencia de que esta dulzura la apreciamos en nuestro corazón y no en el paladar, porque ella sabe llegar a nuestro espíritu con suavidad y con palabras que son arrullos para nuestros sentimientos.

Nosotros sabemos distinguir la dulzura porque en alguna oportunidad hemos probado cosas amargas, también podemos decir lo mismo de la Virgen María, ella probó la amargura al presenciar la pasión de su Hijo Jesús, al verlo sangrante y clavado en la cruz, una espada atravesó su corazón, como lo había profetizado el viejo Simeón. La Virgen dijo a Santa Brígida: "ya que Adán y Eva, por comer una manzana vendieron al mundo, mi Hijo y yo, con un solo corazón lo hemos rescatado". Ella se vuelve ahora dulcemente hacia nosotros y nos habla de la estrechez del camino que conduce a la vida eterna, ese camino que nos mostró el Salvador y que nos invitó a seguirle. Un camino que no podemos modificar a nuestro gusto, estirándolo o ampliándolo para nuestra comodidad, es necesario que nos demos cuenta de la realidad que las cosas no son como a nosotros nos parezca sino según la Voluntad de Dios, los mandamientos no son ajustables a la medida de cada quien, por el contrario son leyes rigurosas en las que no podemos dejar de lado ni un punto ni una coma, porque de ello depende nuestra salvación o nuestra condena eterna.

La Virgen María en su quinto mensaje dado en las apariciones de Betania (Ver Bibliografía al pie) nos dice: "Hijitos, soy la Madre del Buen Consejo, medianera, que trata de persuadirlos a que escuchen el llamado, mi mensaje es de fe, amor y esperanza, y más que todo trae la reconciliación entre los pueblos y naciones pues es lo único que puede salvar este siglo de la inclemencia, guerra y muerte eterna. Hijos míos resta en sus manos la salud de un pueblo que pide justicia."
Ella no nos obliga a nada, ella es toda dulzura, simplemente "trata de persuadirnos a que escuchemos el llamado" ¿Cómo es posible permanecer sordos ante este llamado a la fe a la esperanza y a la caridad? Que modo tan suave de trasmitirnos con ternura infinita el amor de su Hijo. Ella es nuestra medianera, nuestra consejera, no desoigamos su dulce llamado.

Bibliografía: "La Glorias de María" San Alfonso María de Ligorio.
"Apariciones de la Virgen María en Betania", Pbro.Otty Ossa Aristizábal.

Que la paz y la bendición de Dios lleguen a todos sus hogares, feliz fin de semana y no olviden la misa dominical y el rezo del Rosario en familia.

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