miércoles, 17 de marzo de 2010

XI-021 Un nuevo comienzo.


UN NUEVO COMIENZO.

El año 2010 se inició con grandes augurios para la Fundación Betania, la Apertura de la Causa de Beatificación y Canonización de María Esperanza, Sierva de Dios, es para nosotros un nuevo comienzo.

Me parece escucharla decir “la Misión es ahora cuando comienza”, cada vez que renovamos nuestro espíritu sentimos ese nuevo comienzo, sentimos que falta mucho por hacer, “la mies es mucha y los segadores pocos”.

Cada nueva misión nos renueva y enciende nuestros corazones con el fuego amoroso de Jesús, avivando el deseo de ser mejores, de servir más, de participar más activamente en las tareas que se nos encomiendan.

Yo invito a los lectores de estas meditaciones a aprovechar este tiempo de Cuaresma para hacerse a si mismos una renovación interior, una reconciliación con Dios por medio de la Oración y la Penitencia y proponerse reiniciar el camino, recomenzar.

¡Oh Jesús mío! Que dulce placer es servirte, que suave es tu yugo y que liviana es la carga que nos encomiendas. Mi buen Jesús nos entregas tu gran amor, tu rico amor, a cambio del nuestro, de nuestro pobre amor. Nos ofreces un Reino que no merecemos, pero en el que quisiéramos estar por el solo privilegio de poder contemplarte, de poder ver la luz que emana del Padre y sentir el aletear del Espíritu Santo, llama de amor, llama de sabiduría.

Mientras tanto, permíteme ver tu rostro en el de mis prójimos y mis hermanos más necesitados, tu rostro sufriente, coronado de espinas, tu rostro sangrante, tus ojos irritados por la pena, y conviérteme en una nueva Verónica para enjugarlo con un paño, con un lienzo de amor y de ternura, para de alguna manera compartir tu pasión y aliviar el peso de tu cruz.

Danos fuerza Señor para reiniciar la Misión, para avanzar, para levantarnos y seguir adelante, nada podemos hacer sin tu ayuda, sin tu compasión, eres toda nuestra fortaleza, “tú eres la vid y nosotros los sarmientos”, danos esa savia de vida que nos permitirá fructificar algún día. Danos tu soplo, tu aliento divino, para tomar impulso, ser mejores cada día y recomenzar. Que tengamos verdadera vida interior, plena conciencia de nuestros deberes para con Dios, para con la Iglesia y seamos fieles en la práctica de las virtudes que adornan el alma del cristiano.

Que la Santísima Virgen María, Reconciliadora de todos los Pueblos, Madre de Jesús, nos lleve de la mano en este nuevo comienzo.

Que la paz y la bendición de Dios llegue a todos sus hogares.

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