DEBERES DE LOS PADRES.
El Cuarto Mandamiento pareciera referirse solamente a la obligación que tienen los hijos de Honrar al Padre y a la Madre, sin embargo, para que esta obligación pueda materializarse, es imprescindible que los Padres se hagan dignos de ese amor y ese respeto que se exige a los hijos, por lo tanto, aunque no se le mencione explícitamente Dios ha dejado a la inteligencia del hombre la comprensión de que también los padres tienen deberes para con sus hijos. ¿Por qué? Sencillamente porque la autoridad que ellos tienen sobre los hijos deriva de Dios, toda autoridad deriva de Dios, por tanto el respeto y la obediencia es obediencia a Dios.
Así que cuando hagas tu examen de conciencia, si tienes hijos, cuando pases por el cuarto mandamiento no digas “esto no es conmigo sino con mis hijos” y examínate tú sobre el cumplimiento de tus deberes como Padre o Madre. Has pensado en algún momento que un día Dios te pedirá cuenta sobre el alma de tus hijos? ¿Y si se perdieran?
Hay muchos padres hoy en día que abandonan el cuidado de sus hijos, su educación, su crianza, en manos de personas que no son de la familia, personas pagadas para prestar este servicio, desligándose de sus obligaciones como padres, poniendo como pretexto su falta de tiempo, sus ocupaciones, su “derecho a vivir su vida”, sin pensar que lo más importante en su vida es en realidad cuidar de aquellas criaturas de Dios que les han sido encomendadas por el Altísimo en la confianza de que sabrían hacerlo bien.
Bien lo dice San Pablo en su carta a los Efesios: “Y ustedes, padres, no sean pesados con sus hijos, sino más bien edúquenlos usando las correcciones y advertencias que pueda inspirar el Señor” ( Ef 6, 4). En este sentido, un hogar laxo puede causar mucho daño a los hijos.
¿En qué consisten estos deberes de los padres? Desde luego que en primer lugar tenemos que colocar la alimentación, el vestido y el abrigo, luego la educación y el mantenimiento de su salud, estos serían los derechos humanos de esos hijos, los derechos materiales como personas, pero también están los deberes espirituales, no descuidar su alma y hacer todo lo posible para que estén preparados para su salvación, primero bautizarlos para hacerlos cristianos, ayudarles a recibir una educación religiosa, a participar en los sacramentos de la confirmación y la comunión, y finalmente cuidarlos de las malas influencias que puedan significar las malas amistades, complementando todo esto con el ejemplo de un hogar cristiano en el que se cumple y se respetan los valores del evangelio y se ama y se glorifica a Dios con la fe y la caridad con los hermanos.
En sus conferencias y disertaciones, la Sierva de Dios María Esperanza insistió siempre en la necesidad de la supervisión directa de los padres sobre sus hijos, en no dejarlos nunca en manos de otras personas y en la responsabilidad que ante Dios tenemos los Padres y Madres de su formación espiritual y del camino que tomen en su vida. A los hijos hay que corregirlos, con dulzura pero a la vez con energía y autoridad, es por su bien.
Vamos pues a pedir a la Santísima Virgen María y a San José, quienes fueron pilares de la Sagrada Familia de Nazaret, para que nos ayuden a procurar el crecimiento espiritual de nuestros hijos para provecho y salvación de sus almas y también de las nuestras.
Que la paz y la bendición de Dios llegue a todos sus hogares.
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