viernes, 1 de octubre de 2010

XI-092 La Pobreza en el Espíritu.


LA POBREZA DE ESPIRITU.

He escogido el color rosa claro para titular esta meditación porque quiero compartir con ustedes la alegría que nos embarga por el nacimiento de nuestra nieta que llevará por nombre María Antonieta de la Luz, es nuestra sexta nieta y estamos agradecidos a Dios por haber sido tan bondadoso con nosotros.
“Felices los que tienen el espíritu del pobre, porque de ellos es el Reino de los Cielos.” (Mt 5, 3) En el sermón de la montaña, Jesús comienza sus bienaventuranzas con esta frase que ha sido muchas veces mal interpretada. Una cosa es la pobreza material y otra el espíritu del pobre, para muchos la felicidad consiste en poseer bienes materiales y dinero, sin embargo, hay quienes tienen muy poco y son felices con su pobreza, en tanto que hay quienes tienen mucho y son infelices porque no pueden tener más.
Depende de tu punto de vista, si estás pendiente de aquellos que tienen más que tú y deseas tener tanto como ellos, eres infeliz, en tanto que si miras hacia abajo y ves a aquellos que tienen mucho menos que tú, te sentirás agraciado y feliz.

Si una persona es pobre en bienes materiales y desea poseer todo lo que otros poseen, no es en realidad pobre de espíritu, no posee esta virtud, en cambio si alguien posee bienes materiales pero no está apegado a ellos, tiene la Pobreza en el Espíritu de la que habla Jesús.
También esa pobreza de espíritu se manifiesta en el comportamiento de la persona con los bienes propios y ajenos, aquellos que son generosos con los bienes de los demás, es el caso de los malos administradores, los corruptos, pero son tacaños con los suyos propios, no poseen la virtud de la pobreza espiritual. Recordemos siempre que los bienes de la tierra son de Dios y El nos los ha dado para que los administremos. Al final de nuestra vida tenemos que dejarlo todo aquí en la tierra, nada nos pertenece, por ello seamos generosos con los que tienen menos que nosotros, si el Señor te ha dado bienes en abundancia tienes un gran trabajo por delante, discernir cual es la mejor manera de utilizarlos, no en beneficio propio sino en el de aquellos que realmente lo necesitan, sin egoísmo, sin mezquindad.

Los invito a cultivar la virtud de la pobreza del espíritu, sin envidiar ni criticar a los demás, no importa que no te lo reconozcan en este mundo, Dios que está pendiente de tu vida te lo reconocerá y te dará la anhelada felicidad.

Que la paz llegue a todos sus hogares, les recuerdo este fin de semana acudir a la misa dominical y rezar el rosario en familia para que permanezcan unidos en el Señor.

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