lunes, 5 de marzo de 2012

XIII-020 No hay autoridad que no venga de Dios.



NO HAY AUTORIDAD QUE NO VENGA DE DIOS.


Le decía hace poco a una lectora que hay temas que son difíciles de tratar, porque limitan con otros aspectos de la vida distintos a los espirituales y se prestan para ser malinterpretados o para levantar suspicacias hacia la verdadera intención de su contenido, yo solo le pido al Espíritu Santo que ilumine mi mente y mi corazón para no traspasar esos límites y lograr el verdadero objetivo que es el de meditar la Vida de Jesús y la Palabra de Dios.


Dice San Pablo en su carta a los Romanos que “Cada uno en esta vida debe someterse a las autoridades. Pues no hay autoridad que no venga de Dios, y los cargos públicos existen por voluntad de Dios. Por lo tanto, el que se opone a la autoridad se rebela contra un decreto de Dios y tendrá que responder por esa rebeldía. No hay por qué temer a las autoridades cuando se obra bien, pero si cuando se obra mal. ¿Quieres vivir sin tener miedo a las autoridades? Pórtate bien y te felicitarán. Han recibido de Dios la misión de llevarte al bien. Y si te portas mal, témelas, pues no tienen las armas sin razón. También tienen la misión de Dios para castigar a los malhechores. Así pues, hay que obedecer, pero no solamente por miedo al castigo, sino por deber de conciencia.” ( Rom 13, 1-5 )


Es probable que alguno piense que estos son conceptos atrasados, pasados de moda, que el hombre de hoy en día es libre y debe rebelarse y no someterse a las autoridades, yo le diría que lo que es antiguo es la rebelión del hombre en contra de la autoridad, eso siempre ha existido, incluso el propio Jesús fue lo suficientemente libre para denunciar a la autoridad y oponerse a la opresión de las leyes, pero respetó siempre a las autoridades y cumplió con sus mandatos.

Sin embargo, Jesús dejó ver muy claro que cualquier autoridad viene de Dios, recordemos el diálogo con Pilato, cuando Jesús callaba y Pilato le dice: ¿No me quieres hablar a mi? ¿No sabes que tengo poder tanto para dejarte libre como para crucificarte? Jesús le respondió: “No tendrías ningún poder sobre mí si no lo hubieras recibido de lo alto. Por esta razón, el que me ha entregado a ti tiene mayor pecado que tú.” ( Jn 19, 10-11).


Por eso hay que distinguir entre el respeto a la autoridad y el cumplimiento de las leyes por un lado y la defensa de los derechos y la justicia por el otro, como dice el refrán “Lo cortés no quita lo valiente”. Recuerdo una vez que asistí a un Concierto de la Coral Betania en el Patio de los Leones del Concejo Municipal de Caracas, estando en vida la Sierva de Dios María Esperanza, y de pronto, inesperadamente se presentó el Alcalde de Caracas, ella que siempre nos daba lecciones de comportamiento, nos dijo, es la autoridad y hay que respetarlo, ponerse de pie y saludarlo, sea que nos caiga bien o nos caiga mal y así lo hicimos.


Por su parte, las autoridades cuando reciben ese mandato de Dios, tienen la responsabilidad de cumplir y de hacer justicia, encargo sobre el que tendrán algún día que rendir cuentas al Altísimo y será más rigurosa la sentencia para quienes hayan recibido mayor poder y no hayan procedido según la voluntad de Dios.


En esta Cuaresma meditemos la Palabra de Dios y hagamos de ella nuestra guía en el camino que nos lleva a la casa del Padre.


Que la paz de Cristo reine en tu corazón y la bendición de Dios Todopoderoso descienda sobre ti y toda tu familia y permanezca por siempre.

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