VIRTUDES, LA PRUDENCIA.
En la meditación anterior hablábamos de la templanza que es una de las cuatro virtudes cardinales, otra de ellas es la Prudencia que es la virtud de actuar en forma justa, adecuada y con cautela. Los antiguos representaban a la Prudencia como una serpiente de tres cabezas, una de perro, otra de león y otra de lobo, queriendo significar que el hombre prudente debe poseer la astucia de la serpiente, la paciencia del perro, la fuerza del león y la agilidad del lobo. “No lo hagas si no conviene, no lo digas si no es verdad” decía Marco Aurelio, Emperador Romano.
El Catecismo de la Iglesia Católica define la Prudencia como la virtud que dispone la razón práctica a discernir en toda circunstancia nuestro verdadero bien y a elegir los medios para realizarlo. Es decir que la persona que practica esta virtud no debe actuar sin antes reflexionar o examinar lo que va a hacer o decir, de manera que al hacerlo lo haga respetando la dignidad humana de las personas y con rectitud de la conciencia moral.
¿Qué es la conciencia moral?
La conciencia como sabemos es esa voz interior que ha puesto Dios en nosotros y que nos dice lo que debemos hacer y nos reprende con el remordimiento cuando hacemos algo malo, si esa conciencia la hemos formado bajo principios morales, bien sea recibiendo buen ejemplo de nuestros padres y mayores, o asimilando la palabra de Dios en la fe y en la oración y poniéndola en práctica, ella nos dará dictámenes prudentes, actuaciones responsables y juicios correctos sobre nuestras acciones, esa es la conciencia moral. Por el contrario, aquellas personas que desconocen a Cristo y su Evangelio, o que han recibido malos ejemplos de sus mayores, que son siervos de sus pasiones y faltos de caridad, desvían y equivocan sus juicios y por tanto carecen de una conciencia moral recta.
El libro de los Proverbios dice: “El hombre cauto medita sus pasos” (Pr 14, 15) En otras palabras, el hombre prudente es aquel que medita sus acciones antes de realizarlas, que piensa antes de hablar que mide sus palabras procurando no ser inoportuno y tratando de no hacer daño con sus actos sino buscando el bien. Los pecados contra la virtud de la Prudencia son la negligencia, la inconstancia, la precipitación, no caigamos en ellos, actuando prudentemente nos evitaremos disgustos innecesarios.
Sigamos en búsqueda de la perfección que nos pide el Señor, hagamos el propósito en esta Cuaresma de ejercitar esta virtud, sepamos distinguir entre el bien y el mal que podemos causar en todos nuestros actos, formemos nuestra conciencia moral y escuchemos su voz antes de proceder, actuemos a sabiendas, no hablemos mal de nadie, busquemos primero sus cualidades para resaltarlas y dejemos de lado sus defectos. De esta manera actuaremos en la vida con rectitud, sin temor ni timidez, con la verdad por delante pero sin ofender a nadie, seamos prudentes.
Que la paz de Cristo reine en tu corazón y la bendición de Dios Todopoderoso descienda sobre ti y sobre toda tu familia y permanezca siempre.
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