MARZO, MES DE BETANIA.
Comienza hoy el mes de Marzo, mes en que celebramos el Aniversario de la Primera Aparición de la Virgen Santísima en Betania, Venezuela. En efecto, el día domingo 25 de marzo, una semana antes del Domingo de Ramos, se conmemora el 36º. Aniversario de este gran acontecimiento, el día en que la Virgen Santísima bajo la advocación de María Virgen y Madre Reconciliadora de Todos los Pueblos y Naciones, se apareció a la humilde Sierva de Dios María Esperanza Medrano de Bianchini.
Como estamos en Cuaresma, es propicia la oportunidad para que meditemos acerca de la vida de la Santísima Virgen y de los misterios y belleza que encierra el conocimiento de su participación en la epopeya de la salvación. Hay muchos libros que nos hablan de la Vida de María, como por ejemplo “Las Glorias de María” de San Alfonso María de Ligorio; “María Niña” y “María Madre” de la beata Catalina de Emerich y les recomiendo muy especialmente “La Ciudad Mística de Dios, Vida de la Virgen María”, escrita por María de Jesús de Agreda e inspirada por la propia Virgen María.
Por ejemplo, son de extraordinaria belleza los capítulos que se refieren a los últimos días de María durante su vida mortal y su tránsito a los cielos. Después de la muerte y resurrección de Cristo, tal como lo encomendara Jesús en la Cruz, San Juan se la llevó a vivir en su casa y cuando el Apóstol fue desterrado de Jerusalén, se fueron a vivir a la ciudad de Efeso que está situada al sur de la Península de Turquía, allí estuvieron durante dos años y medio, hasta que recibieron noticia de San Pedro, el primer Papa de la Iglesia, de que había muerto Herodes y que había cesado la persecución de los cristianos en Jerusalén, invitándolos a reunirse de nuevo en esa ciudad. Durante esos años la Virgen Santísima había fundado lo que sería la primera congregación de religiosas cristianas en el mundo, un grupo de discípulas suyas que llegaron a ser setenta y tres, muchas de ellas vírgenes, a las que había catequizado y convertido, algunas de ellas sobrevivientes de la ruina del templo de Diana, la divinidad pagana a la que adoraban anteriormente en esa región.
Se despidió la Madre de Cristo de sus discípulas con palabras dulcísimas, encomendándoles conservar la fe en el Redentor del Mundo, teniéndole siempre presente y reconociéndole como su Maestro y Señor, sirviéndole y amándole de todo corazón. Les dejó como superiora a una de ellas llamada María la Antigua, pidiéndoles que le obedecieran la respetaran y la amaran ya que ella las cuidaría con amor y desvelo.
Meditemos nosotros en la recomendaciones de la Virgen Santísima y hagamos de esta Cuaresma un momento propicio para la adoración del Santísimo Sacramento, la oración y el cumplimiento de las obras de caridad que manda nuestra Santa Madre Iglesia.
Continuaremos en próximas meditaciones hablando de estos temas.
Que la paz de Cristo reine en tu corazón y la bendición de Dios Todopoderoso descienda sobre ti y toda tu familia y permanezca por siempre.
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