lunes, 12 de marzo de 2012

XIII-023 Virtudes, la Templanza o Temperancia



VIRTUDES, LA TEMPLANZA O TEMPERANCIA.


Sigamos viviendo nuestra Cuaresma, una actitud propia de un buen cristiano durante estos días es procurar la práctica de las virtudes porque ello nos acerca a la perfección es decir nos acerca a Dios.


En una meditación de la semana pasada, cuando criticábamos a los que “andan en mínimo”, citamos las palabras de Jesús que aparecen en el Evangelio de San Mateo: “Por su parte, sean ustedes perfectos como es perfecto el Padre de ustedes que está en el Cielo.” (Mt 5, 48) Y les decíamos que ser perfectos quiere decir ser santos, y que Dios nos invita a todos a serlo, para ello tenemos que poner en función nuestra voluntad, tomar actitudes firmes de manera que podamos regular nuestros actos y ordenar nuestra conducta según la razón y la fe.

Estas disposiciones a distinguir entre lo bueno y lo malo y escoger hacer el bien es lo que se llaman virtudes, ellas nos llevan a dominarnos a nosotros mismos y a llevar una vida moralmente buena, en armonía con aquel a quien queremos imitar, a Dios Nuestro Padre.


Existen varias clasificaciones de las virtudes humanas, entre ellas la que nos trae el Catecismo que distingue entre virtudes cardinales y virtudes teologales, tomando en cuenta que las primeras se refieren a la actitud de la persona frente a la vida y las segundas a la actitud frente a Dios.

Las virtudes cardinales son cuatro, de allí les viene el nombre: la Prudencia, la Justicia, la Fortaleza y la Templanza, en tanto que las virtudes teologales son tres: Fe, Esperanza y Caridad (Amor), todas las demás virtudes giran en torno a estas que son las principales.


Vamos a referirnos hoy a la Templanza o Temperancia, asociemos este nombre a la moderación, la sobriedad y la continencia, para que lo recordemos mejor, la Templanza nos lleva a moderar los deseos y los placeres, especialmente los relacionados con la alimentación y la sexualidad. La práctica de esta virtud aparta al ser humano de las delectaciones contrarias a la razón, sin impedirle que realice todo aquello que le es conveniente a su propia existencia. Por ejemplo, hablemos de la abstinencia que nos impone la Iglesia durante la Cuaresma, nuestra Madre Iglesia nos pide no comer carne los viernes de Cuaresma, esto es como una chispita apenas de lo que podemos hacer, pero por algo se empieza, porque al practicarlo estamos poniendo nuestra voluntad al servicio de la moderación en nuestras costumbres alimenticias, el ejercicio de esa voluntad nos puede llevar a hacer esfuerzos mayores, como por ejemplo no comer carne ni miércoles ni viernes, ya son dos días es decir estamos duplicando el esfuerzo, hay quienes hacemos un paso más y extendemos el período más allá de la Cuaresma y lo llevamos a la práctica durante todo el año, ello no daña en absoluto nuestra salud ni atenta contra nuestra propia existencia, por el contrario podemos encontrar una satisfacción personal en el ejercicio de esta abstinencia al saber que estamos actuando sobriamente y somos dueños de nuestras inclinaciones naturales.


Seguiremos hablando de este Tema.


Que la paz de Cristo reine en tu corazón y la bendición de Dios Todopoderoso descienda sobre ti y toda tu familia y permanezca por siempre.

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