miércoles, 30 de mayo de 2012

XIII-045 !Venga a Nosotros tu Reino!



¡VENGA A NOSOTROS TU REINO!

Es una de las frases que decimos cuando oramos el Padre Nuestro, la oración que enseñó Jesús a los apóstoles cuando ellos le pidieron que los enseñara a orar. Pero, ¿ te has puesto a pensar alguna vez en su significado? ¿Qué es el Reino de Dios? y ¿Por qué le pedimos que venga a nosotros?

Jesús en los evangelios intenta muchas veces de explicar con ejemplos lo que significa el Reino de Dios, hay una de esas explicaciones que tal vez recuerden, la que dice que el Reino de Dios es como una semillita de mostaza que es una de las semillas más pequeñas que existen, que un hombre la siembra en su campo y luego a medida que se va regando la tierra comienza a surgir como una pequeña planta que va creciendo y creciendo y “se hace más grande que las plantas de huerto. Es como un árbol, de modo que las aves vienen a posarse en sus ramas” (Mt 13, 31-32).

El Catecismo nos dice que la misión de la Iglesia es la de anunciar e instaurar entre todos los pueblos el Reino de Dios inaugurado por Jesucristo. No olvidemos que la Iglesia somos todos nosotros los bautizados en la Iglesia de Cristo, por tanto nuestra misión es esa. ¿Pero cómo es ese Reino de Dios? En primer lugar es un reino de paz y de justicia, es decir un reino en el que no hay guerras, ni bombas ni misiles, ni armas de ningún tipo, es un reino en el que se hace justicia es decir que se da a cada quien lo que le corresponde, en el que no hay explotación sobre los pueblos, en el que no hay programas genocidas para matar a los hermanos, en el que se respeta la vida, desde su concepción hasta el llamado del Señor, un reino en el que los hombres comparten solidariamente los bienes que Dios les ha confiado, en el que todos seamos como una gran familia universal.

Alguien me dirá: Pero eso es una maravilla, eso es utópico, ¿cómo se puede convertir este mundo cruel de hoy en día en ese mundo ideal de justicia de paz y armonía de que nos habla Nuestro Señor?

La respuesta está en la figura que dio Jesús y que citamos anteriormente, si cada uno de nosotros, en cumplimiento de la misión que se nos ha encomendado como Iglesia de Cristo, cumplimos nuestra parte en anunciar la buena noticia, seremos como esa semillita pequeñita de la mostaza que a la larga se convertirá en una planta y luego en un arbusto. Tenemos que pedir a Dios en nuestras oraciones que venga a nosotros su Reino, pero al mismo tiempo tenemos que cumplir nuestro papel de semillita, sembrar ese reino con nuestro ejemplo con nuestro proceder que sea una decisión constante de hacer presente ese reino en nuestra vida, en nuestra familia, en nuestro trabajo, en nuestra escuela, en todos los ámbitos en que nos desenvolvemos, con nuestra oración, con nuestra palabra, con nuestras acciones en servicio de los demás, para que así pueda el Reino de Dios venir a nosotros y se cumpla la voluntad del Padre que está en los cielos.

Que la paz de Cristo reine en tu corazón y la bendición de Dios Todopoderoso descienda sobre ti y sobre tu familia y permanezca siempre

lunes, 28 de mayo de 2012

XIII-044 Ahora a evangelizar



AHORA A EVANGELIZAR.

Ayer celebramos el Día de Pentecostés, una fiesta que ya era tradicional en los judíos desde antes de Cristo, pues con ello celebran el quincuagésimo día después de la aparición de Dios a Moisés en el Monte Sinaí, es decir el momento en que los Mandamientos de Dios, las Tablas de la Ley fueron entregados al Pueblo de Israel, precisamente como regalo por motivo de esta fiesta es que Cristo les envía a los apóstoles el Espíritu Santo y a partir de entonces los Católicos lo celebramos como la fecha de la venida del Espíritu Santo sobre el Colegio Apostólico.

Como pudieron escuchar en las homilías de las misas de ayer, la venida del Espíritu Santo significó para los apóstoles un cambio total en su manera de ser y en su actitud frente a las circunstancias que estaban viviendo, de un grupo temeroso, ignorante, que permanecía escondido por temor a las represalias de los Sacerdotes Judíos y de los Soldados Romanos, pasan a ser un grupo valiente, decidido, con el don de lenguas que le permitía hablar en otros idiomas y dispuestos a comunicar a los demás la buena nueva del evangelio, a evangelizar.
Es el nacimiento de la Iglesia Católica, aquel pequeño grupo de apenas once personas, sale de su escondite animados por el Espíritu Santo que anima y santifica a la Iglesia, y los impulsa a dar testimonio de la Verdad de Cristo y los organiza en sus respectivas funciones, para que todos den “el fruto del Espíritu” (Ga 5, 22).

A los apóstoles se les comunicó directamente el Espíritu Santo que les enviara el Señor desde los cielos, el cual se posó sobre ellos en forma de lenguas de fuego, a nosotros los católicos, como miembros del Cuerpo de Cristo, también se nos comunica el Espíritu y la gracia de Dios por medio de los sacramentos, el efecto del bautismo sobre nosotros es el mismo que el producido en los apóstoles en Pentecostés, en ese momento somos hechos Hijos de Dios, miembros de Cristo y Templos del Espíritu Santo. En la medida en que crecemos y vamos perdiendo la inocencia y caemos en el pecado, vamos perdiendo la semejanza de Dios y es el Espíritu Santo el que nos devuelve la gracia por medio de los sacramentos de la Penitencia y la Eucaristía.

Como Católicos somos parte de ese Pueblo de Dios que se llama el Cuerpo de Cristo, cuya misión es anunciar e instaurar entre todos los pueblos el Reino de Dios inaugurado por Jesucristo. La Iglesia es el germen e inicio sobre la tierra de este reino de salvación. Ese anuncio no es otra cosa que comunicar el evangelio, anunciar la buena nueva, evangelizar. Todo sea para la mayor gloria de Dios.

Que tu semana comience con alegría, dispuesto a dar el buen ejemplo, con la bendición de Dios Nuestro Señor.

jueves, 24 de mayo de 2012

XIII-043 Camino a Pentecostés



CAMINO A PENTECOSTES.

El próximo domingo celebra la Iglesia el Día de Pentecostés, es decir la venida del Espíritu Santo sobre el Colegio Apostólico, reunido en el Cenáculo.

Continuaremos pues hablando sobre este “Ilustre Desconocido” como lo han llamado algunos y es que en efecto mucha gente ha oído hablar del Espíritu Santo pero no saben de quien se trata y se sorprenden cuando alguien les dice que es Dios. Claro que es Dios, es la Tercera Persona de la Santísima Trinidad y como dice el Credo de Nicea: “Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas” (Cat 184-185)

Vamos a excusar a esas personas que no conocen al Espíritu Santo diciendo que lo que pasa es que al Espíritu Santo se le llama de muy diversas maneras y que lo que en realidad no sabían es que era el mismo, que era la misma persona. Fíjense que en el Credo se dice “que habló por los profetas”. ¿Qué era lo que decían los profetas? Lo que Dios les encomendaba que dijeran, es decir la palabra de los profetas era la palabra de Dios, y el Espíritu Santo es quien habla por boca de los Profetas, es Dios mismo.

Jesús por su parte lo llama “Paráclito” (Jn 14, 16) cuando lo anuncia a los apóstoles que quiere decir “aquel que es llamado junto a uno”, para que lo ayude, para que lo proteja, para que lo defienda, es decir un abogado en palabras de hoy en día, un defensor. También se puede traducir como “Consolador”. Y Jesús también lo llama “Espíritu de la Verdad” en (Jn 16, 13). Por su parte San Pablo en los Hechos de los Apóstoles le da diferentes nombres: “Espíritu de la promesa”; “Espíritu de Adopción”; “Espíritu de Cristo”; “Espíritu del Señor”; “Espíritu de Dios” y San Pedro lo llama “Espíritu de Gloria”.

De manera que es comparable a lo de las advocaciones de la Virgen, son muchas las advocaciones pero la Virgen es una sola, así son muchos los nombres del Espíritu Santo, pero él es uno solo.

Si practicamos la devoción al Espíritu Santo podemos encontrarnos con todas las gracias y los dones que él derrama continuamente sobre los que lo adoran: El don de la Sabiduría; el don del Consejo; el don del Entendimiento; el don de la Fortaleza; el don de Ciencia; el don de la Piedad y el don del Temor Santo, si lo pedimos con fervor él nos lo concederá.

Vamos a rezar todos los días esta oración que es un secreto de santidad y de felicidad: “!Oh Espíritu Santo, alma de mi alma, yo te adoro! Ilumíname, guíame, fortifícame, consuélame. Dime qué debo hacer y ordéname. Te prometo someterme a todo lo que desees de mí y aceptar todo lo que permitas que me suceda; hazme conocer solamente tu voluntad.” (La Sierva de Dios, María Esperanza, la rezaba con frecuencia)
 
Que la paz de Cristo reine en tu corazón, te deseo un feliz fin de semana y no olvides el rezo del Rosario en Familia y la Misa Dominical, que Dios te bendiga.

martes, 22 de mayo de 2012

XIII-042 ¿Crées en el Espíritu Santo?



¿CREES EN EL ESPIRITU SANTO?

Cuando rezamos el Credo, el símbolo de nuestra fe, decimos: “Creo en el Espíritu Santo”, ¿estamos realmente conscientes de lo que estamos diciendo?, lo pregunto porque son pocos los que se preocupan por conocer quién es el Espíritu Santo y si no le conocen ¿cómo pueden creer en él?, aunque desde luego hay dos atenuantes uno de parte del creyente que pone toda su fe en Cristo y cree en las palabras de Cristo cuando prometió la venida del Espíritu Santo y así tiene fe en él aún sin conocerle y la otra que proviene del propio Espíritu Santo que nos habla de Cristo pero no nos habla de sí mismo y por tanto él sigue siendo un misterio.

El Catecismo nos enseña que el Espíritu Santo es la tercera Persona de la Santísima Trinidad y nos recordamos aquella pregunta que nos hacían nuestros catequistas antes de realizar la Primera Comunión: “¿El Espíritu Santo es Dios?”. Si es Dios, porque Dios es uno y trino, es uno en esencia y en él hay tres personas perfectamente diferenciadas que son el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, por lo tanto el Espíritu Santo es Dios.

Si partimos de esa verdad que aprendimos en el Catecismo podemos también llegar a la conclusión de que el Espíritu Santo es tan eterno como lo es Dios, siempre ha existido, no ha tenido principio ni tendrá fin. Cuando leemos el Antiguo Testamento y vamos al primer capítulo, el Génesis, desde sus primeras palabras nos habla del Espíritu Santo, cuando nos dice: “En el principio, cuando Dios creó los cielos y la tierra, todo era confusión y no había nada en la tierra. Las tinieblas cubrían los abismos mientras el Espíritu de Dios aleteaba sobre la superficie de las aguas.” (Gen 1, 1-2).

Más adelante nos dice la Biblia que el Espíritu Santo habla por boca de los profetas, es decir que cuando Dios busca comunicarse con los hombres para enderezar sus caminos, lo hace por medio de su Espíritu, es la propia Palabra de Dios que baja a los hombres y ya en el Nuevo Testamento, esa Palabra nos viene dada por Jesús y es el Espíritu Santo el que nos hace conocer a Cristo y nos revela al Padre, es él mismo quien “aletea” como en el Génesis, sobre la cabeza de Cristo cuando es bautizado en el Jordán.

El próximo domingo celebra la Iglesia la fiesta de Pentecostés, es decir la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles, después de la Ascensión de Cristo a los Cielos. Vamos a prepararnos para esa fecha, en primer lugar con la oración, al igual que lo hicieron los apóstoles en preparación para ese importante momento que significó la transformación total de sus vidas y en segundo lugar profundizando más en el conocimiento del Espíritu Santo, para que él también logre una transformación y una conversión total en nuestras vidas de ahora en adelante. Yo quiero ayudarles en eso y vamos a continuar hablando sobre el Tema.

Que la paz de Cristo reine en tu corazón y la bendición de Dios Todopoderoso descienda sobre ti y sobre toda tu familia y permanezca siempre.

jueves, 17 de mayo de 2012

XIII-041 A Jesús por María



A JESUS POR MARÍA.

En nuestra meditación anterior hablábamos de la necesidad de conocer a Jesús para poder amarle y de cómo ese amor nos llevaría a un deseo de conocerle mejor. Existe además un camino que nos lleva hasta él con plena seguridad, es el camino de María, su Santísima Madre.

Y estamos precisamente en un mes dedicado a ella, hemos celebrado, el pasado domingo, con alegría el Día de la Madre, que coincidió con el Aniversario de su aparición en Fátima, Portugal, que por cierto me han dicho que contó con una asistencia record a su Santuario. Ella es la Madre por excelencia, es nuestra Madre, la Madre de todos los hombres.
María es un modelo de seguimiento a Jesús, ella nos da ejemplo de todas las virtudes, de la Fe al creer en las palabras del ángel y confiarse plenamente en la voluntad del Señor: “Yo soy la servidora del Señor, hágase en mí tal como has dicho” (Lc 1, 38), de la Esperanza al estar consciente de todos los problemas que le acarrearía aquella decisión y sin embargo esperar en la Providencia del Altísimo y de la Caridad al comunicarnos a todos la buena nueva, empezando por su prima Isabel.

Jesús es el fruto bendito del vientre de María, como lo dijo Isabel al momento de recibirla en su casa. María en un acto de amor incomparable quiere compartir esa gracia que le ha dado el cielo y la lleva con alegría a casa de su prima. Aquella visita no fue solo un acto de cortesía o de delicadeza con su prima, sino que tiene un significado mucho mayor porque María lleva consigo los dones de la gracia y de la luz, ella es plena de gracia, es por eso que al verla dice Isabel que la criatura que ella llevaba en su seno dio un salto en cuanto oyó el saludo de María y ella fue colmada del Espíritu Santo, porque es precisamente el Espíritu Santo el que ilumina la mente de Isabel para que ella pueda reconocer a María como “la Madre de mi Señor”(Lc 1, 43)

A Jesús por María, es un camino cierto, es un camino suave porque vamos de la mano de nuestra Madre, ella nos conduce con amor y nos inspira confianza, a su lado recibimos múltiples gracias porque que ella está llena de gracia, es un camino iluminado por el Espíritu Santo, sin miedos, sin temores, un camino de reconciliación y de conversión.

María nos enseña las bellezas de la humildad y la obediencia, las delicias de la contemplación, de la escucha atenta de la palabra y la caridad que existe en el obrar con justicia, perdonar y aceptar la voluntad de Dios. A final del camino está Jesús que nos dirá dulcemente: “Mi Madre me ha hablado muy bien de ti”.
Vayamos pues a Jesús por María, de su mano, confiados y esperanzados, hacia la plena felicidad de nuestro espíritu.

Que la paz de Cristo reine en tu corazón, un feliz fin de semana y no olvides asistir a la Misa Dominical y rezar el Rosario en familia, para que la familia permanezca unida.

martes, 15 de mayo de 2012

XIII-040 Conocer y Amar a Jesús



CONOCER Y AMAR A JESÚS.

El caminar consiste en desplazar nuestro cuerpo hacia adelante por medio de un ejercicio que hacemos, casi sin pensarlo, desde que teníamos apenas un añito de edad, cuando puestos de pie intentábamos movernos y nos caíamos, hasta que descubrimos que avanzando una pierna en el mismo sentido teníamos un punto de apoyo que impedía que fuéramos a poner nuestras narices en el piso. Después de este gran descubrimiento lo seguimos haciendo casi instintivamente, ponemos un pie adelante, avanzamos y ponemos el otro, de manera que mientras uno está en el aire avanzando el otro le sirve de apoyo a todo el cuerpo que lindo verdad? Como se complementan uno al otro.

Les hago esta simple explicación para que comparemos lo que ocurre con el Conocer y Amar a Jesús, imaginemos que son nuestro pie izquierdo y nuestro pie derecho, mientras conocemos a Jesús comenzamos a amarle y si le amamos queremos conocerle más, uno es el apoyo del otro, mientras más le conocemos más le amaremos y mientras más le amamos, más queremos conocerlo.

¿Adónde nos lleva este caminar? Jesús nos lo dice en el Evangelio de San Juan: “Entonces Tomás le dijo: “Señor, nosotros no sabemos a dónde vas, ¿cómo vamos a conocer el camino?.” Jesús contestó: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocen a mí, también conocerán al Padre. Pero ya lo conocen y lo han visto”. (Jn 14, 3-7)

Es decir que el conocimiento de Jesús nos lleva a conocer al Padre, a ese Padre que es un Espíritu Divino al que nadie ha visto jamás, a ese Padre que es el Creador de todo lo visible y lo invisible que hay en el universo y que es nuestro propio Creador. A ese Padre bondadoso y misericordioso que se apiadó de toda la humanidad y con una demostración inmensa de amor hacia nosotros nos envió a su Hijo para revelarnos todas esas verdades que permanecieron ocultas al hombre por tanto tiempo, a ese Padre que se comunica con nosotros por medio del Espíritu Santo y es por eso que llamamos vida espiritual a todo lo que se refiere a nuestra comunicación con Dios.

Avancemos por ese camino que nos lleva al Padre, apoyados en esas dos pies que son el Conocer y Amar a Jesús, sin detenernos, sin vacilar, que nuestra vida espiritual sea cada vez mayor, lo cual lograremos guardando en nuestro corazón las palabras de Jesús, pidiendo aquellas cosas que él mismo desea, es decir pidiendo que se haga su voluntad y no la nuestra y haciendo las mismas cosas que él hizo: “En verdad les digo: El que crea en mí hará las mismas obras que yo hago y, como ahora voy al Padre, las hará aún mayores. Todo lo que pidan en mi nombre lo haré, de manera que el Padre sea glorificado en su Hijo. Y también haré lo que me pidan invocando mi nombre.” (Jn 14, 12-14)

Que la paz de Cristo reine en tu corazón y la bendición de Dios Todopoderoso descienda sobre ti y tu familia y los acompañe siempre.

viernes, 11 de mayo de 2012

XIII-039 El Poder de la Palabra de Dios.



EL PODER DE LA PALABRA DE DIOS.

Al comienzo del Evangelio de San Juan leemos: “En el principio era la Palabra, y la Palabra estaba ante Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba ante Dios en el principio. Por ella se hizo todo, y nada llegó a ser sin ella.” (Jn 1, 1-3) Aquí el evangelista se va más allá de la creación del mundo, como tratando de llegar al comienzo de todo. Para nosotros los humanos, acostumbrados a que las cosas tienen principio y fin, no nos cabe en la cabeza el concepto de eternidad, es decir de algo que no tuvo principio y que no tendrá fin. Sabemos que Dios es eterno porque vemos que la historia pasa ante nuestros ojos, los seres, los imperios, los grandes hombres, todos tuvieron un principio y un final, en tanto que Dios siempre ha existido y existirá, de allí que el término eternidad lo asociemos directamente a Dios y por tanto a su Palabra.

Pero sabemos que Dios es un espíritu puro, es invisible, nadie lo ha visto jamás, por tanto la única forma de reconocerlo es por medio de su expresión, cuando habla, por medio de su palabra “la Palabra era Dios”. Y la primera virtud de esa palabra está en su poder creador, puede crear cosas de la nada “por ella todo se hizo”.

Si nos vamos al capítulo del Génesis, es decir a la creación del mundo encontramos: “Dijo Dios: “Haya luz”, y hubo luz. Dios vio que la luz era buena, y separó la luz de las tinieblas. Dios llamó a la luz “día” y a las tinieblas “noche” y continúa más adelante diciendo “Dijo Dios….(Gen 1, 3-6) este par de palabras se va repitiendo en cada día de la creación del mundo “Dijo Dios”, es decir que la palabra de Dios es creadora, las cosas nacidas de su mente se hacen realidad al pronunciarlas. Tenemos así dos características de la palabra de Dios, es eterna y es creadora.

Recientemente escuchamos leer en la misa, también del evangelio de Juan, la parábola de la vid y los sarmientos, allí hay una frase de Jesús que nos habla también de la Palabra de Dios, cuando dice: “Ustedes ya están limpios gracias a la palabra que les he anunciado”(Jn 15, 3) Recordemos que Jesús es Dios y por tanto su palabra es la Palabra de Dios y en este caso les dice a los apóstoles que por el solo hecho de anunciarles a ellos las buenas nuevas del evangelio han quedado limpios, es decir que la Palabra de Dios es también purificadora, es capaz de limpiar al hombre.

Vamos a pedirle a Jesús que su palabra actúe con todo su poder en nosotros, que nos vivifique, que nos limpie, que nos ilumine que penetre en nuestra mente y en nuestro corazón y acreciente en nosotros el deseo de conocerle mejor cada día, que sepamos acoger su palabra y asimilarla que sea para nosotros fuente de energía y de alegría que sepamos descubrir en ella los principios de la verdad y la justicia y sepamos trasmitirlos a los demás para la mayor Gloria de Dios.

Que la paz de Cristo reine en tu corazón, te deseo un feliz fin de semana, una felicitación muy especial a todas las Madres en su día y no olviden la misa dominical y el rezo del Rosario en familia. Dios les bendiga.

miércoles, 9 de mayo de 2012

XIII-038 Una Apuesta Mortal



UNA APUESTA MORTAL.

Una apuesta es un convenio entre dos o más personas por el cual deciden que la que acierte o tenga la razón en algo recibirá una cantidad de dinero u otra cosa, por ejemplo en las carreras de caballos los apostadores depositan en las taquillas una cierta cantidad de dinero a favor de un determinado caballo de su preferencia y si ese caballo gana la carrera, reciben del Hipódromo una parte proporcional del dinero que los demás apostaron a los otros caballos, igual ocurre con los números de las loterías, quien acierte recibe como premio parte del dinero de los que no acertaron. También hay apuestas en las que se ponen en juego cosas u objetos, el vicio del juego es tan peligroso que puede llevar a una persona a perder todas sus propiedades e incluso hasta su propia vida, por eso al hacer una apuesta debemos considerar no solo lo que podemos ganar sino también lo que podemos perder.
También hay apuestas silenciosas, cosas en las que no ponemos dinero y que nos empeñamos en tener la razón, pues nuestra propia soberbia nos lleva prácticamente a una apuesta, sin pensar en lo que podemos ganar ni en lo que podemos perder. ¿Seríamos capaces de empeñarnos en una de estas apuestas en la que el riesgo fuera perder la vida? Es decir en una Apuesta Mortal?

Son muchos los que apuestan a la no existencia de Dios y no me refiero únicamente a los ateos, me refiero también a los que dicen creer en Dios pero actúan como si no existiera, son aquellos que dicen “Señor, Señor..” con su palabra, pero no lo llevan en su corazón. ¿Cuál es el premio y cuál es la pérdida en esta apuesta? ¿Alguna vez se han puesto a pensar en lo que están apostando? Pues nada más ni nada menos que la Vida Eterna.
El premio que el Señor tiene prometido a los que crean en él es la Vida Eterna, Jesús dijo a los apóstoles: “Vayan por todo el mundo y anuncien la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y se bautice, se salvará; el que se niegue a creer, se condenará.” (Mc 16, 15).

Yo pienso que los que apuestan a la inexistencia de Dios no solo pierden la posibilidad de obtener la Vida Eterna sino que también están perdiendo su vida aquí en la tierra, porque una vida sin fe, sin creer en Dios, es una vida sin esperanza, es una vida de desamparo en los momentos difíciles, es un desconfiar permanente, es una vida sin amor verdadero.

Por el contrario, el que cree en Dios y cumple sus mandamientos vive una vida digna, justa, de caridad, de riquezas en su alma, de paz y de respeto por todas las criaturas, el que cree en Dios sabe apreciar los dones que Dios le ha dado, sabe soportar los sufrimientos, ama la creación de Dios y disfruta de la naturaleza, de las plantas, de los animales y hasta el aire que respira le parece más puro y más saludable y además disfruta de momentos inmensamente felices al acercarse a los sacramentos y al recibir ese Dios que se entrega totalmente sin medida a los que lo buscan. Gloria a Dios.

Que la paz de Cristo reine en tu corazón y la bendición de Dios descienda sobre ti y toda tu familia y permanezca por siempre.

lunes, 7 de mayo de 2012

XIII-037 Peregrinaciones en Betania



PEREGRINACIONES EN BETANIA.

En el día de ayer, el Santuario de Betania recibió la visita de varios grupos de peregrinos, se trató en esta oportunidad de grupos parroquiales provenientes de diferentes sitios del interior del país, tales como la parroquia litoralense de Carayaca, de la vecina población de Charallave y de los Rosos, animados por el deseo de conocer la tierra de gracia en donde apareció la Santísima Virgen en 1976, también estuvo presente en el Santuario un grupo de jóvenes inválidos provenientes de la ciudad de Guarenas que están preparándose para recibir el Sacramento de la Confirmación, todos ellos concurrieron a la Misa de las 10 am. en la cual escucharon la palabra de Dios en el evangelio de la vid y los sarmientos: “Yo soy la vid verdadera y mi Padre es el viñador. El Padre corta todas las ramas unidas a mí que no dan fruto y poda las que dan fruto, para que den más fruto.”( Jn 15, 1-2)

Deseosos de unirse a ese Jesús que les manifiesta su amor por medio de bellas parábolas, los peregrinos se acercaron a la Gruta de Betania, donde una imagen de su Madre Reconciliadora de todos los Pueblos y Naciones les esperaba con su Niño en brazos, ese mismo Jesús que tiernamente vino al mundo en el humilde pesebre de Belén, allí depositaron sus flores y sus plegarias.

Posteriormente los peregrinos fueron acompañados por miembros de la Fundación Betania para hacer un recorrido por las instalaciones de la Finca Betania, allí tuvieron oportunidad de contemplar la naturaleza, las flores y llenarse de ese amor, de esa energía y de esa vitalidad que se respira en el lugar, a pesar del día lluvioso que les impidió hacer un recorrido más extenso, tuvieron oportunidad de compartir y de reunirse en el amplio comedor de la finca para tomar un refrigerio y refugiarse de la interperie.

Las peregrinaciones en Betania son cada vez más frecuentes, animados y llenos de fe, vienen a veces atraídos solo por la curiosidad y llenan su espíritu de las gracias que se desbordan a raudales de las manos de Nuestra Señora, alimentados por la palabra de Dios y fortificados por el Sacramento de la Eucaristía, vuelven a sus casas con un espíritu renovado, deseosos de provocar un cambio en sus vidas, de reconciliarse con Dios y con sus hermanos, de permanecer unidos a la vid y de dar frutos para la Gloria de Dios.

El mensaje de Betania está dirigido fundamentalmente a las familias y a las comunidades, para que se unan entre sí en un compartir diario y a su vez se unan a su Iglesia, a su parroquia, para que reciban esa savia que da vida y que les permitirá a su vez dar frutos, porque solos sin estar unidos al Señor no podemos hacer nada. “Mi Padre recibe gloria cuando producen fruto en abundancia y se manifiestan como discípulos míos” (Jn 15, 8).
Que todo sea para la mayor Gloria de Dios.

Que la paz de Cristo reine en tu corazón y la bendición de Dios Todopoderoso descienda sobre ti y toda tu familia y permanezca por siempre.

viernes, 4 de mayo de 2012

XIII-036 ¿Irrespeto o Inconsciencia?



¿IRRESPETO O INCONSCIENCIA?

En nuestra meditación XIII-024, cuando hablábamos del ejercicio de la virtud cardinal de la Prudencia, mencionamos que no era prudente resaltar los defectos de los demás sino ensalzar sus virtudes, esto desde luego que se refiere a una situación en la que estemos en público o frente a otras personas en la que mencionar un defecto ajeno puede poner al otro en evidencia o en ridículo, pero es deber de todo buen cristiano corregir al que de alguna manera ha actuado mal, haciéndolo primero en privado y si aún así no se corrige llevar a un testigo que nos ayude a convencerlo antes de hacerle la observación frente a la comunidad. A propósito de esto hoy quiero referirme a aquellas personas que durante la celebración de la Santa Misa no adoptan las posturas adecuadas para cada momento, es decir cuando todos están de rodillas, ellos se quedan de pie, o cuando todos están en silencio ellos están conversando, o cuando están sentados cruzan las piernas como si estuvieran haciendo una visita, me da que pensar y me pregunto, ¿lo hacen por irrespeto o por inconsciencia?, o son como aquel ególatra que en medio de su soberbia decía “Yo no me arrodillo ante nadie”.
Vamos a exceptuar de esta observación, desde luego,  a las personas que tienen alguna enfermedad o dolencia física que les impide arrodillarse o ponerse de pie en el momento adecuado, pero hay que tener presente que la Santa Misa es una Asamblea de fieles que deben actuar en forma comunitaria es decir, rezar las mismas oraciones y adoptar todos en conjunto las mismas posiciones, hay un momento para que todos estén de pie, otro para estar de rodillas y otros para estar sentados, guardando en todo momento el respeto y la seriedad del acto, por eso la mejor guía para lograrlo es fijarse en lo que hace la gran mayoría o las personas que asisten regularmente a la Misa e imitarlos.

Cuando vemos a alguien por el cual sentimos algún tipo de respeto, hacemos una leve inclinación de cabeza y quizás hasta del torso, en Japón esa inclinación es cuanto más pronunciada en tanto que sea mayor la jerarquía de la persona a la cual se saluda. En la Misa estamos, a partir de la consagración de la hostia, nada menos que frente al cuerpo, la sangre y la divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, recordemos lo que nos dice San Pablo en su carta a los Filipenses: “Dios lo exaltó sobre todas las cosas y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre, para que, al nombre de Jesús, todos doblen la rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y todos reconozcan públicamente que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.” (Fil 2, 8-11)

Oí decir que una vez un mahometano entró en una Iglesia Católica en el momento en que se celebraba la Santa Misa y observó todas aquellas diversas y malas posturas de los fieles y dijo: “Si yo realmente creyera que allí en el altar está el verdadero Dios, me postraría en el suelo con la frente pegada al piso y no me atrevería a levantarme” Ellos lo hacen varias veces al día en el momento de su oración a Alá su Dios. No permitamos que otros critiquen nuestra religión por nuestro mal comportamiento.

Que la paz de Cristo esté contigo, te deseo un feliz fin de semana y no olvides la Misa Dominical y el Rezo del Rosario en Familia.

miércoles, 2 de mayo de 2012

XIII-035 La Cruz de Mayo



LA CRUZ DE MAYO.

Dios no nos abandona, él está siempre presente entre nosotros, preocupado por nuestros problemas y tratando de ayudarnos, no debemos desconfiar nunca de esto porque nuestra fe se demuestra es precisamente en aquellos momentos en que sentimos una sensación de soledad, de desamparo, como aquel caminante de las huellas en la arena, a veces nos parece que Dios no va a nuestro lado y es porque nos está cargando en sus brazos, porque Dios es amor, no lo olvidemos nunca.

Estuvimos ausentes de sus correos por algunos días, debido a problemas técnicos o quizás Dios quería que tuvieran un descansito para pensar y meditar sobre los temas tratados en días anteriores, o para hacernos las conocidas preguntas de ¿Quién soy? ¿Por qué estoy aquí? ¿Para qué he venido al mundo? Quiero ayudarte a responder, no lo que yo te diga ni lo que yo quiera que respondas, sino lo que dice la palabra de Dios y la tradición de la Iglesia Católica, para que tu analices y te formes tu propio criterio y llegues a tus propias conclusiones, porque “el hombre con la sola razón puede con certeza conocer a Dios como origen y fin del universo y como sumo bien, verdad y belleza infinita.” (Cat 31-36-46-47)
Estamos comenzando el mes de Mayo, mes en que se celebra la fiesta de “La Cruz de Mayo”, es decir la Cruz del Señor, aquella en la que fue crucificado y atormentado hasta la muerte y que luego se convirtió en símbolo de nuestras creencias, en cruz gloriosa.

También en este mes celebraremos la Ascensión  del Señor y la Venida del Espíritu Santo sobre el Colegio Apostólico, dos fechas importantes de nuestro calendario litúrgico. Jesús resucitado estuvo apareciéndose a los apóstoles y a muchas otras personas durante cuarenta días, hasta que se produjo su ascenso a los Cielos, tal como nos narra el evangelio, pero antes de hacerlo prometió a los apóstoles que les enviaría el Consolador, el Paráclito, es decir el Espíritu Santo que les haría recordar todo lo que él les había enseñado para que así pudiesen trasmitirlo a todas las personas y extender su iglesia por todo el mundo. Ya iremos hablando de todas estas cosas para recordarlas y reflexionar sobre su significado.

Mucho antes de su crucifixión Jesús había anunciado: “Como levantó Moisés la serpiente en el desierto, así será levantado el Hijo del Hombre, para que, quien crea en él tenga vida eterna. Porque tanto ha amado Dios al mundo, que le ha dado a su Hijo unigénito, para que, quien crea en él no muera sino que tenga vida eterna. Pues no envió Dios su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.” (Jn 3, 14-17). Alabemos pues la cruz gloriosa en la que fue levantado Cristo para nuestra salvación, y que es ahora símbolo de victoria sobre la muerte del pecado, bendigamos ese “árbol” de donde una vez pendió el fruto de Jesús y que es ahora señal de liberación, de vida y esperanza. Alabado sea Dios.

Que la paz de Cristo llene tu corazón y la bendición de Dios Todopoderoso descienda sobre ti y sobre tu familia y permanezca por siempre.