UNA APUESTA MORTAL.
Una apuesta es un convenio entre dos o más personas por el cual deciden que la que acierte o tenga la razón en algo recibirá una cantidad de dinero u otra cosa, por ejemplo en las carreras de caballos los apostadores depositan en las taquillas una cierta cantidad de dinero a favor de un determinado caballo de su preferencia y si ese caballo gana la carrera, reciben del Hipódromo una parte proporcional del dinero que los demás apostaron a los otros caballos, igual ocurre con los números de las loterías, quien acierte recibe como premio parte del dinero de los que no acertaron. También hay apuestas en las que se ponen en juego cosas u objetos, el vicio del juego es tan peligroso que puede llevar a una persona a perder todas sus propiedades e incluso hasta su propia vida, por eso al hacer una apuesta debemos considerar no solo lo que podemos ganar sino también lo que podemos perder.
También hay apuestas silenciosas, cosas en las que no ponemos dinero y que nos empeñamos en tener la razón, pues nuestra propia soberbia nos lleva prácticamente a una apuesta, sin pensar en lo que podemos ganar ni en lo que podemos perder. ¿Seríamos capaces de empeñarnos en una de estas apuestas en la que el riesgo fuera perder la vida? Es decir en una Apuesta Mortal?
Son muchos los que apuestan a la no existencia de Dios y no me refiero únicamente a los ateos, me refiero también a los que dicen creer en Dios pero actúan como si no existiera, son aquellos que dicen “Señor, Señor..” con su palabra, pero no lo llevan en su corazón. ¿Cuál es el premio y cuál es la pérdida en esta apuesta? ¿Alguna vez se han puesto a pensar en lo que están apostando? Pues nada más ni nada menos que la Vida Eterna.
El premio que el Señor tiene prometido a los que crean en él es la Vida Eterna, Jesús dijo a los apóstoles: “Vayan por todo el mundo y anuncien la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y se bautice, se salvará; el que se niegue a creer, se condenará.” (Mc 16, 15).
Yo pienso que los que apuestan a la inexistencia de Dios no solo pierden la posibilidad de obtener la Vida Eterna sino que también están perdiendo su vida aquí en la tierra, porque una vida sin fe, sin creer en Dios, es una vida sin esperanza, es una vida de desamparo en los momentos difíciles, es un desconfiar permanente, es una vida sin amor verdadero.
Por el contrario, el que cree en Dios y cumple sus mandamientos vive una vida digna, justa, de caridad, de riquezas en su alma, de paz y de respeto por todas las criaturas, el que cree en Dios sabe apreciar los dones que Dios le ha dado, sabe soportar los sufrimientos, ama la creación de Dios y disfruta de la naturaleza, de las plantas, de los animales y hasta el aire que respira le parece más puro y más saludable y además disfruta de momentos inmensamente felices al acercarse a los sacramentos y al recibir ese Dios que se entrega totalmente sin medida a los que lo buscan. Gloria a Dios.
Que la paz de Cristo reine en tu corazón y la bendición de Dios descienda sobre ti y toda tu familia y permanezca por siempre.
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