jueves, 24 de mayo de 2012

XIII-043 Camino a Pentecostés



CAMINO A PENTECOSTES.

El próximo domingo celebra la Iglesia el Día de Pentecostés, es decir la venida del Espíritu Santo sobre el Colegio Apostólico, reunido en el Cenáculo.

Continuaremos pues hablando sobre este “Ilustre Desconocido” como lo han llamado algunos y es que en efecto mucha gente ha oído hablar del Espíritu Santo pero no saben de quien se trata y se sorprenden cuando alguien les dice que es Dios. Claro que es Dios, es la Tercera Persona de la Santísima Trinidad y como dice el Credo de Nicea: “Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas” (Cat 184-185)

Vamos a excusar a esas personas que no conocen al Espíritu Santo diciendo que lo que pasa es que al Espíritu Santo se le llama de muy diversas maneras y que lo que en realidad no sabían es que era el mismo, que era la misma persona. Fíjense que en el Credo se dice “que habló por los profetas”. ¿Qué era lo que decían los profetas? Lo que Dios les encomendaba que dijeran, es decir la palabra de los profetas era la palabra de Dios, y el Espíritu Santo es quien habla por boca de los Profetas, es Dios mismo.

Jesús por su parte lo llama “Paráclito” (Jn 14, 16) cuando lo anuncia a los apóstoles que quiere decir “aquel que es llamado junto a uno”, para que lo ayude, para que lo proteja, para que lo defienda, es decir un abogado en palabras de hoy en día, un defensor. También se puede traducir como “Consolador”. Y Jesús también lo llama “Espíritu de la Verdad” en (Jn 16, 13). Por su parte San Pablo en los Hechos de los Apóstoles le da diferentes nombres: “Espíritu de la promesa”; “Espíritu de Adopción”; “Espíritu de Cristo”; “Espíritu del Señor”; “Espíritu de Dios” y San Pedro lo llama “Espíritu de Gloria”.

De manera que es comparable a lo de las advocaciones de la Virgen, son muchas las advocaciones pero la Virgen es una sola, así son muchos los nombres del Espíritu Santo, pero él es uno solo.

Si practicamos la devoción al Espíritu Santo podemos encontrarnos con todas las gracias y los dones que él derrama continuamente sobre los que lo adoran: El don de la Sabiduría; el don del Consejo; el don del Entendimiento; el don de la Fortaleza; el don de Ciencia; el don de la Piedad y el don del Temor Santo, si lo pedimos con fervor él nos lo concederá.

Vamos a rezar todos los días esta oración que es un secreto de santidad y de felicidad: “!Oh Espíritu Santo, alma de mi alma, yo te adoro! Ilumíname, guíame, fortifícame, consuélame. Dime qué debo hacer y ordéname. Te prometo someterme a todo lo que desees de mí y aceptar todo lo que permitas que me suceda; hazme conocer solamente tu voluntad.” (La Sierva de Dios, María Esperanza, la rezaba con frecuencia)
 
Que la paz de Cristo reine en tu corazón, te deseo un feliz fin de semana y no olvides el rezo del Rosario en Familia y la Misa Dominical, que Dios te bendiga.

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