jueves, 17 de mayo de 2012

XIII-041 A Jesús por María



A JESUS POR MARÍA.

En nuestra meditación anterior hablábamos de la necesidad de conocer a Jesús para poder amarle y de cómo ese amor nos llevaría a un deseo de conocerle mejor. Existe además un camino que nos lleva hasta él con plena seguridad, es el camino de María, su Santísima Madre.

Y estamos precisamente en un mes dedicado a ella, hemos celebrado, el pasado domingo, con alegría el Día de la Madre, que coincidió con el Aniversario de su aparición en Fátima, Portugal, que por cierto me han dicho que contó con una asistencia record a su Santuario. Ella es la Madre por excelencia, es nuestra Madre, la Madre de todos los hombres.
María es un modelo de seguimiento a Jesús, ella nos da ejemplo de todas las virtudes, de la Fe al creer en las palabras del ángel y confiarse plenamente en la voluntad del Señor: “Yo soy la servidora del Señor, hágase en mí tal como has dicho” (Lc 1, 38), de la Esperanza al estar consciente de todos los problemas que le acarrearía aquella decisión y sin embargo esperar en la Providencia del Altísimo y de la Caridad al comunicarnos a todos la buena nueva, empezando por su prima Isabel.

Jesús es el fruto bendito del vientre de María, como lo dijo Isabel al momento de recibirla en su casa. María en un acto de amor incomparable quiere compartir esa gracia que le ha dado el cielo y la lleva con alegría a casa de su prima. Aquella visita no fue solo un acto de cortesía o de delicadeza con su prima, sino que tiene un significado mucho mayor porque María lleva consigo los dones de la gracia y de la luz, ella es plena de gracia, es por eso que al verla dice Isabel que la criatura que ella llevaba en su seno dio un salto en cuanto oyó el saludo de María y ella fue colmada del Espíritu Santo, porque es precisamente el Espíritu Santo el que ilumina la mente de Isabel para que ella pueda reconocer a María como “la Madre de mi Señor”(Lc 1, 43)

A Jesús por María, es un camino cierto, es un camino suave porque vamos de la mano de nuestra Madre, ella nos conduce con amor y nos inspira confianza, a su lado recibimos múltiples gracias porque que ella está llena de gracia, es un camino iluminado por el Espíritu Santo, sin miedos, sin temores, un camino de reconciliación y de conversión.

María nos enseña las bellezas de la humildad y la obediencia, las delicias de la contemplación, de la escucha atenta de la palabra y la caridad que existe en el obrar con justicia, perdonar y aceptar la voluntad de Dios. A final del camino está Jesús que nos dirá dulcemente: “Mi Madre me ha hablado muy bien de ti”.
Vayamos pues a Jesús por María, de su mano, confiados y esperanzados, hacia la plena felicidad de nuestro espíritu.

Que la paz de Cristo reine en tu corazón, un feliz fin de semana y no olvides asistir a la Misa Dominical y rezar el Rosario en familia, para que la familia permanezca unida.

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