viernes, 1 de junio de 2012

XIII-046 Cristo y los Judíos



CRISTO Y LOS JUDÍOS.

El martes pasado les remití una presentación en la que un judío alienta a los católicos a sentirse orgullosos de su Iglesia por la labor social que realiza en todo el mundo y a no dejarse llevar por las críticas malintencionadas de sus adversarios. ¿Por qué un judío asume esta posición públicamente? ¿Cuál es la relación entre la Iglesia Católica y la Judía? Son muchas las preguntas que surgen al analizar esta situación, por lo que se me ocurre que podríamos meditar hoy un poco sobre este tema tan interesante.

Tanto Cristo como los Apóstoles, la Virgen María y San José, eran judíos, israelitas, recordemos las palabras de San Pablo en su carta a los Romanos, al referirse a sus hermanos de raza: “Ellos son los israelitas, a quienes Dios adoptó; entre ellos descansa su gloria con las alianzas, el don de la Ley, el culto y las promesas de Dios. Suyos son los grandes antepasados, y Cristo es uno de ellos según la carne, el que como Dios está por encima de todo.!Bendito sea por todos los siglos! Amén.” (Rom 9, 4-5)

La Biblia, que es la palabra de Dios, nos narra en el Antiguo Testamento que el pueblo judío era el pueblo escogido por Dios, a ese pueblo lo protegió el Señor de sus enemigos, con ese pueblo hizo alianzas, lo liberó de la esclavitud, les dio un líder libertador, Moisés, les manifestó sus mandamientos y los llevó a una tierra prometida. Sin embargo, el pueblo judío no supo corresponder a esta preferencia y esa misericordia que Dios tuvo para con ellos durante siglos, sino que por el contrario se envaneció y se complicó la vida con cientos de leyes creadas por ellos mismos que los envilecieron y los llevaron por caminos equivocados. Dios en su infinita compasión les envió a su Hijo, Jesucristo, para hacerles ver sus errores y sus equivocaciones, pero ellos en su ceguera lo rechazaron, el Señor hizo entonces que de la prédica de Jesús naciera una nueva Iglesia en la cual entrarían todos los que se bautizaran en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, independientemente de su origen racial o de su ubicación geográfica, todos los creyentes en Cristo formarían entonces un nuevo pueblo escogido, el nuevo pueblo de Dios.

A partir de entonces, el pueblo judío que no entró a formar parte de los seguidores de Cristo, se convirtió en enemigo acérrimo de este nuevo conglomerado y los persiguió y los encarceló y acabó con la vida de muchos de ellos, los mártires del cristianismo, pero todo fue inútil, Dios demostró una vez más su poder y los cristianos se fueron extendiendo por todo el mundo, la Iglesia de Cristo multiplicó el número de sus creyentes en tanto que la iglesia judía permaneció encerrada en sus propias creencias y en su racismo.

Hoy en día la situación es completamente diferente, aunque todavía hay muchos que piensan que el judaísmo es el principal enemigo de la Iglesia Católica, ésta busca la unidad de todas las iglesias para que todas las ovejas vuelvan al mismo redil con el mismo Pastor a la cabeza, Jesús, el Buen Pastor, hay muchos que han entendido esta propuesta y ponen sus esfuerzos para el logro de este fin, como el judío que mencionamos al principio, oremos nosotros por esta intención con fe y esperanza en que habrá un mañana mejor.

Que la paz de Cristo reine en tu corazón, que tengas un feliz fin de semana, no olvides el rezo del Rosario en familia y la Misa Dominical.

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