ESTEMOS SIEMPRE EN LA PRESENCIA DE DIOS.
Dios está en todas partes, bastaría con que diéramos una mirada a nuestro alrededor para descubrirlo, cuando contemplamos la naturaleza, por ejemplo, y vemos aquel paisaje lleno de majestuosidad y belleza, cuando observamos al horizonte y llenamos nuestros ojos de inmensidad, de colorido en un atardecer, cuando vemos el arcoíris que nos muestra su gama de colores y guarda el secreto de su comienzo y de su final, cuando percibimos la fragancia de las flores, el murmullo de aquel arroyuelo que parece rezar calladamente y va presuroso hacia el mar, todo nos habla de Dios, de su gusto tan exquisito para crear este mundo tan maravilloso.
Las obras del hombre que ha colaborado con Dios en la creación de tantas cosas que nos rodean y que utilizamos a diario, son también manifestación de la presencia de Dios, la música que nos trae alegría y nos sensibiliza en la comprensión de la vida, los hombres y las mujeres que pasan a nuestro lado, todos tienen un rostro diferente y sin embargo todos son semejantes a Dios y los vemos nacer y morir, generación tras generación en un interminable alarde de variedad no solo en sus semblantes sino en su carácter y su propia creatividad, Dios está en todos y en todo.
Que bueno sería que supiésemos aprovechar esta circunstancia y utilizar esta presencia de Dios para mantenernos en permanente contacto con El, sabemos que por medio de la oración podemos comunicarnos y que no está lejos, entonces ¿por qué no hablamos con El durante todo el día? ¿Qué nos impide hacerlo?
Sucede que el hombre ha tratado siempre de separar su vida material de su vida espiritual y piensa que se trata de dos esferas distintas que no tienen relación entre si y en base a ello tiene unas horas para dedicarlas al trabajo y la diversión y otro tiempo para dedicarlo a su vida espiritual a su comunicación con Dios y en la medida en que avanza por ese engañoso sendero va dedicando cada vez más tiempo a lo material y se va olvidando de la presencia de Dios, se olvida hasta de cómo rezar y solo se acuerda en los momentos de angustia o desesperación; cuantos sufrimientos se pudiera haber ahorrado si se diera cuenta de la importancia de estar en la presencia de Dios, de comunicarle a cada momento lo que vamos a hacer, de pedirle su apoyo, su consejo, que nos de la virtud de la esperanza en que todo nos va a salir bien, que nos de el temor de no ofenderle a sabiendas que nunca podemos ocultarnos de sus ojos que nos cuidan como todo Padre cuida a sus pequeños hijos.
San Gregorio Nacianceno decía: “Es necesario acordarse de Dios más a menudo que de respirar.” Aprendamos a vivir en la presencia de Dios, aprendamos a saber preguntarle sobre lo que más nos conviene, aprendamos a saber escuchar sus respuestas y a saber agradecerle su paternidad y su amor infinito, ello nos ayudará a glorificarle con obras de justicia y de misericordia en favor de los más débiles para agradarle y retribuirle su amor hacia nosotros.
Que la paz de Cristo reine en tu corazón y la bendición de Dios Todopoderoso descienda sobre ti y toda tu familia y permanezca siempre.
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