EL GRAN VIAJE DE LA FAMILIA.
La gran prueba que pone Dios al hombre en esta vida consiste en la vida en familia, todos provenimos de un grupo familiar y estamos llamados a constituir un nuevo grupo, heredero del anterior que sepa afrontar unido los triunfos y las derrotas, los momentos de alegría y los de sufrimiento, para ello se requiere discernimiento, sabiduría, esperanza y sobre todo confiar en la presencia de Dios en todas las decisiones que habremos de tomar, es un camino largo que requiere de fidelidad y perseverancia, es como un gran viaje, el Gran Viaje de la Familia.
El ejemplo que nos pone Dios para seguir es la Sagrada Familia de Nazaret, una familia de apenas tres personas, el Padre, la Madre y el Hijo; San José, la Santísima Virgen María y el Niño Jesús, cimentados en la fe y la obediencia a Dios. La fe requiere sacrificios y es por ello que los primeros gestos que nos muestra la Sagrada Escritura sobre la vida de esta familia manifiestan esta actitud: “Después de marchar los Magos, el Angel del Señor se le apareció en sueños a José y le dijo: “Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto. Quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes buscará al niño para matarlo.” José se levantó; aquella misma noche tomó al niño y a su madre y partió hacia Egipto, permaneciendo allí hasta la muerte de Herodes.” (Mt 2, 13-15).
El viaje de la Sagrada Familia de Nazaret a Egipto nos simboliza el hecho universal del gran viaje que toda familia debe emprender desde su formación, un viaje hacia la madurez, el viaje que conlleva engendrar los hijos, educarlos, alimentarlos, ayudarlos en sus dificultades y brindarles el cuido y la seguridad que requiere todo el grupo, llevando siempre una vida justa y de buenas relaciones interfamiliares. En ese largo viaje los padres juegan el papel más importante porque de ellos depende la unidad de la familia, de ellos dependen las relaciones positivas que se generen entre unos y otros, procurando evitar los roces y las discordias y protegerles de las insidias y peligros. Si es necesario dejarlo todo y mudarse a otro sitio, a otro país y ello es por el bien de la familia hay que hacerlo con fe y esperanza en un mundo mejor.
Por eso el matrimonio debe construirse sobre una base firme, las palabras que comprometen a la fidelidad de la pareja deben hacerse delante de Dios, ante la comunidad de los familiares y amigos, con la claridad y transparencia del día, el Sacramento del Matrimonio es algo serio, es el comienzo de un Gran Viaje, no se puede tomar a la ligera porque de ser así está predestinado al fracaso, formar un hogar requiere de claridad de pensamiento y de objetivos. Desde luego que la familia no es eterna, llegará el día en que los hijos adultos deberán a su vez formar nuevas familias para dar continuidad a la vida, es el final del viaje, que felicidad poder llegar a ese momento con la frente en alto y con la alegría de haber cumplido a cabalidad con la voluntad de Dios.
Que la paz de Cristo inunde tu corazón, te deseo un feliz fin de semana, no olvides el rezo del Rosario en Familia y la Misa Dominical.
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