viernes, 5 de abril de 2013

XIV-022 Jesús, yo confío en Ti.



JESÚS, YO CONFÍO EN TI.

En nuestra meditación anterior hablábamos acerca de las Pruebas de la Resurrección del Señor y decíamos que una de ellas fueron las múltiples apariciones que hizo Jesús durante los cuarenta días que median entre su Resurrección y su Ascensión al Cielo y nos faltó decir que en el trascurso de estos dos mil años que van desde aquellos hechos hasta hoy, son también múltiples las ocasiones en que Jesús se ha aparecido a diferentes personas, recordemos la aparición a Saulo, perseguidor de los Cristianos, cuando éste iba camino de Jerusalén a Damasco en busca de Cristianos que habían huido de su persecución, fue una gran luz que lo encegueció y lo derribó de su caballo diciéndole: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?” y Saulo desde el piso le contestó ¿ Quién eres tú Señor?, a lo que el Señor replicó “Yo soy Cristo Jesús, a quien tu persigues”, a partir de allí ocurrió la gran conversión de Saulo que se cambió el nombre al de Pablo, convirtiéndose en uno de los pilares de la Iglesia Católica.
Recordemos también como se puso de relieve la devoción al Sagrado Corazón de Jesús tras las apariciones a Santa Margarita María de Alacoque de la Orden de la Visitación de Santa María, mediante las cuales Jesús le comunicó a esta santa su deseo de que oraran con devoción al Sagrado Corazón de Jesús para que recibieran muchas gracias divinas y le dijo “Mi corazón reinará a pesar de mis enemigos”. Así como estas apariciones ha habido muchas otras, la conclusión que podemos sacar es que Jesús está vivo, que después de su Resurrección de entre los muertos ya no morirá jamás y que podemos confiar plenamente en El.

Una de las relativamente más recientes apariciones fue la realizada a Santa Maria Faustina Kowalski, una monja de gran humildad y pureza de corazón que se destacó por su paciencia, obediencia y laboriosidad, hecho ocurrido en Polonia, el año 1931, con el propósito de implantar y difundir en el mundo la devoción a su Divina Misericordia, en esa oportunidad Jesús dijo a Sor Faustina que el mundo no alcanzaría la paz sino acercándose y acogiéndose a su Divina Misericordia, aquella que se derramó sobre los hombres a la hora de su muerte a las tres de la tarde. Jesús pidió entonces a Sor Faustina que pintara un cuadro con la imagen suya en la que aparece vestido de blanco haciendo el gesto de dar su bendición con la mano derecha mientras que con la izquierda descubre levemente su pecho de donde salen dos grandes rayos luminosos, uno blanco y otro rojo que simbolizan el agua y la sangre que derramó en la cruz cuando su cuerpo fue atravesado por una lanza y le pidió que lo firmara con las palabras “Jesús, yo confío en ti”, además le fue dictando una serie de oraciones, como la Coronilla de la Divina Misericordia, la Novena y las Letanías, para la práctica de dicha devoción.

Esta devoción fue creciendo y extendiéndose por todo el mundo después de la segunda guerra mundial y recibió grandes impulsos como la del Santo Padre Pio de Pietralcina y del Beato Juan Pablo II, quien también es Polaco, estableciéndose como fecha para su celebración el primer domingo después de la Pascua de Resurrección, es decir este año será el próximo domingo 7 de abril.

Recomendamos el rezo de la Coronilla a la Divina Misericordia, que se debe practicar todos los días a las tres de la tarde, es muy sencilla, con un Rosario en la mano se dice en las cuentas grandes: “Padre Eterno, yo te ofrezco el Cuerpo, la Sangre, el alma y la divinidad de tu amadísimo Hijo Nuestro Señor Jesucristo, en expiación por mis pecados y los del mundo entero”, luego en las cuentas pequeñas se dice diez veces: “Por tu dolorosa pasión, ten piedad y misericordia de nosotros y del mundo entero” , al terminar las cinco decenas se dice tres veces “Santo Dios, Santo Omnipotente, Santo Inmortal, ten misericordia de nosotros y del mundo entero” y luego tres veces “Oh Sangre y Agua que brotaste del Sagrado Corazón de Jesús como una fuente de misericordia para nosotros, Jesús en Vos confío.”
Glorifiquen a Dios con sus vidas.


Que la paz de Cristo reine en tu corazón, te deseo un feliz fin de semana y te recuerdo el rezo del Santo Rosario, preferiblemente en familia y la asistencia a la Misa Dominical que esta vez será para celebrar el Día de la Divina Misericordia con gracias especiales para los que se confiesen y comulguen en ese día.

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