viernes, 12 de abril de 2013

XIV-025 Buscar primero a Dios




BUSCAR PRIMERO A DIOS.

Sigamos hablando de Jesús, decíamos en nuestra meditación anterior que en la medida en que más le conozcamos, más le amaremos. También hacíamos hincapié en ese perfecto equilibrio que vemos en Jesús entre lo humano y lo espiritual, era verdadero hombre y a la vez era verdadero Dios.

Recordemos el pasaje de las Tentaciones en el Desierto, después de ser bautizado Jesús fue llevado por el Espíritu al Desierto, donde ayunó durante cuarenta días y cuarenta noches y al final sintió hambre, aquí nos encontramos de frente con el hombre verdadero, una persona que pasa un cierto número de días sin ingerir alimentos necesariamente tiene que sentir hambre, es humano y el cuerpo humano necesita alimentarse para tener energías y funcionar. Es en este momento de debilidad física en que el demonio decide tentarlo y lo tienta ofreciéndole la posibilidad de solucionar su problema inminente, el hambre: “Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes” (Mt 4, 3).

El tentador pide a Jesús una prueba o una demostración de que es Hijo de Dios, esa misma petición la afrontará Jesús durante toda su vida pública, los fariseos le pedían una señal, Herodes ansiaba verlo hacer un milagro ante sus ojos, y al final de su vida cuando colgaba de la cruz también le exigían “Si eres Hijo de Dios, baja de la cruz y sálvate a ti mismo..”(Mt 27, 40).

Si nos ponemos a pensar con sinceridad, nosotros mismos hoy en día le exigimos a Dios que nos de pruebas de su existencia, que nos demuestre con claridad que la Iglesia fundada por Cristo es la verdadera Iglesia que nos dé evidencia de su poder y de su omnipotencia. ¿Será acaso que no nos basta con toda la historia de su vida? ¿Será acaso que no nos basta con toda la historia de la humanidad? ¿Será acaso que no nos basta con nuestra propia historia? Le presentamos el problema del hambre que existe en la humanidad y le pedimos que lo resuelva, que demuestre que es Dios y convierta todas las piedras en panes para que la gente pobre sacie sus necesidades elementales, muchos políticos enarbolan estas banderas y proponen solucionar este problema como prioritario y dejar a Dios en segundo plano. Jesús rechaza esta tentación cuando responde: “No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mt 4, 4)

Sin embargo, Jesús no es ajeno al problema del hambre, más adelante en su vida le vemos, también en el desierto, cuando multiplica los panes y los peces para alimentar a más de cinco mil personas que le habían seguido para escuchar su palabra. ¿Cuál es la diferencia? ¿Por qué lo hace ahora y no en aquel primer momento de la tentación? Porque toda esa gente había dejado todo por escuchar la palabra de Dios, habían antepuesto sus necesidades espirituales a sus necesidades materiales y ese alimento del alma que es la palabra de Dios, había abierto sus corazones al amor y al deseo de compartir con el hermano y es por eso que aquellos que tenían apenas cinco panes prefirieron entregárselos a él, antes que consumirlos ellos mismos y Dios bendice esta caridad multiplicando los panes y los peces para que todos pudieran comer.

Es tal la preocupación de Jesús por el alimento que el hombre necesita que al llegar el momento de su partida se nos convierte él mismo en pan, cuando instituye la Eucaristía, para alimentarnos por siempre y para siempre. Tomando el pan en sus manos nos dice “Este es mi cuerpo” (Lc 22, 19) Busquemos pues primero a Dios, alimentémonos de su palabra y tengamos fe en que El está pendiente de nosotros y conoce nuestras necesidades, no le exijamos pruebas, no lo tentemos, vayamos más bien por el camino del amor abriendo nuestros corazones para que El esté en nosotros y nosotros estemos en El.
Glorifiquen a Dios con sus vidas.

Que la paz de Cristo reine en tu corazón, te deseo un feliz fin de semana, no olvides el rezo del Rosario en Familia y la asistencia a la misa dominical.

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