LA DIVINA PROVIDENCIA.
Antes de entrar en materia, les participo que el próximo viernes 19 de abril se cumplirá un aniversario más de la creación de la Fundación Betania y de la Coral Betania, con tal motivo hoy miércoles 17 de abril a las 6y30 pm se celebrará una misa en la Iglesia Santa Ana de la Lagunita, están todos invitados. Igualmente aprovechamos esta oportunidad para pedir oración por la recuperación del Señor Geo Bianchini, Presidente de la Fundación Betania quien se encuentra sufriendo quebrantos de salud, pidamos a Maria Reconciliadora de todos los Pueblos para que interceda por él a fin de que se recupere pronto y vuelva al frente de su misión.
Continuamos con nuestro repaso del Catecismo de la Iglesia Católica, hemos hablado de Dios Todopoderoso y de Dios Creador, en nuestro repaso anterior decíamos que Dios creó el Cielo y la Tierra para manifestar y comunicar su gloria, pero esta creación original, a pesar de su bondad y perfección, no estaba totalmente acabada sino en “estado de vía” hacia una perfección última y las disposiciones por las que Dios conduce su obra hacia esa perfección última es lo que se denomina La Divina Providencia.
Para lograr que su creación vaya avanzando hacia esa perfección, el Señor se vale de sus criaturas, no como un signo de debilidad sino de la grandeza y bondad de Dios Todopoderoso, porque Dios no solo nos ha dado la existencia, sino también la dignidad de actuar por nosotros mismos y de cooperar así en la realización de sus designios. Es por eso que vemos surgir en medio de la humanidad, descubridores, sabios, inventores, creadores, perfeccionadores de la obra de la Creación, para su bien y para el de sus prójimos. A menudo los hombres actúan de manera inconsciente en esta colaboración con el plan Divino y es que la Divina Providencia se derrama sobre ellos para que logren su objetivo. De esa manera Dios mantiene su Creación y la va perfeccionando. Con la colaboración de unos y de otros, como dice San Pablo a los Corintios “De modo que el que planta no es algo, ni tampoco el que riega, sino Dios que hace crecer.” ( 1, Co 3, 7).
Volvemos aquí a lo que otras veces hemos hablado acerca de la humildad, ninguno debe envanecerse por la obra que ha hecho o por el invento que se le ha ocurrido para el progreso de la humanidad, porque el que realmente obra, la causa primera de todo, es la Divina Providencia. “Pues Dios es el que produce en ustedes tanto el querer como el actuar para agradarle” (Flp 2, 13)
Y esto no disminuye para nada la dignidad de la criatura humana sino que más bien la realza, pues demuestra que tiene la ayuda de la gracia que le ha dado su Creador.
Surge entonces la pregunta que tantas veces el hombre se hace, si Dios creó al mundo por su bondad y al mismo tiempo cuida de sus criaturas por medio de la Divina Providencia, ¿cómo es posible que exista el mal? La respuesta está en lo que hemos explicado en los párrafos anteriores, Dios pudo haber creado un mundo perfecto, pero en su sabiduría que va más allá de nuestra limitada capacidad de entendimiento, lo creo en “estado de vía” o mejor dicho en estado de perfeccionamiento, y ¿Qué es lo que se hace para ir perfeccionando algo? Se van quitando cosas y poniendo otras, aparecen ciertos seres y desaparecen otros, para que haya nuevas construcciones tiene que haber destrucciones, o lo que es lo mismo se va sustituyendo el mal físico por algo mejor elaborado que se vaya aproximando a la perfección. Lo mismo ocurre con la moral, el mal moral entro al mundo por el pecado y el hombre es libre de escoger entre el mal camino y el buen camino, Dios no es la causa del mal, solo lo permite para que el hombre pueda desarrollar su libre albedrio, pero eso no quiere decir que lo deja solo sin ayuda, por el contrario las ayudas que le da son múltiples: la fe, los profetas, la Encarnación, la Iglesia, la fuerza de los sacramentos, la iluminación del Espíritu Santo, son manos tendidas de Dios hacia los hombres para que se aparten el camino de la perdición y son expresiones de su infinita misericordia para llevarnos por caminos de salvación.
Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.
Que la paz de Cristo reine en tu corazón y la bendición de Dios Todopoderoso descienda sobre ti y toda tu familia y permanezca siempre.
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