miércoles, 14 de enero de 2009

X-005 El misterio de aquel Niño.


Han pasado los días de la Navidad, en ella recordamos aquel acontecimiento maravilloso mediante el cual vino al mundo Jesús, Hijo del Altísimo, humildemente, en una pobre cueva para animales, casi silenciosamente, que tal vez de no haber sido por la presencia de los Reyes Magos, hubiera quedado reducida al ámbito de los pastores en aquel apartado lugar de la tierra. La llegada de aquel niño es misteriosa, como la fue la de Juan el Bautista, su primo, que es casi paralela a la suya, y de quien se decía que la gente se preguntaba “¿Qué va a ser de este niño? Porque comprendía que la mano del Señor estaba con él” (Lc 1, 65).

Para nosotros el misterio comienza a despejarse con las palabras de Simeón, aquel hombre piadoso que se encontró con los padres de Jesús a la entrada del templo cuando iban a presentarlo, cumpliendo con lo que mandaba la Ley. Simeón le llama: “luz que se revelará a las naciones y gloria de tu pueblo, Israel.” Y luego agrega: “Mira, este niño traerá a la gente de Israel caída o resurrección. Será una señal impugnada en cuanto se manifieste” (Lc 2, 32-34).

Y esto nos explica la razón de aquellos años silenciosos de la infancia y la adolescencia de Jesús, de los cuales apenas contamos con uno o dos incidentes antes de que comenzara la vida pública de nuestro Salvador. Esa vida que se revela para darnos luz y para darnos testimonio de la verdad. “El niño crecía y se desarrollaba lleno de sabiduría, y la gracia de Dios permanecía en él” (Lc 2, 40)

Cuando Jesús se revela, cuando inicia su vida pública, provoca contradicción, como había dicho Simeón, su luz ilumina a unos, pero ciega a otros y los desconcierta, unos se acercan a él y otros se apartan porque esa luz los condena.

Meditemos hoy sobre esto, vamos a conocer la Vida de Jesús, sólo conociéndole podremos despejar todo el misterio que estuvo oculto a los hombres por muchos siglos. Somos realmente una generación privilegiada, tenemos en nuestras manos la posibilidad de conocer la verdad y vivimos en sitios en los cuales no está prohibido acceder a ella públicamente, no desperdiciemos esta oportunidad, no desechemos este privilegio.

Pidamos a la Santísima Virgen, Madre de Jesús y Madre Nuestra que nos ayude a conocer a su Hijo, para seguirle y amarle, para servirle y adorarle y darlo a conocer a los demás, todos los días de nuestra vida.

Oración Comunitaria: Solicita María Luisa Delgado desde Chihuahua, México, por su hermano, cuya vida siempre está en peligro por razones de su trabajo, a fin de que el Señor le proteja, especialmente ahora que espera ver nacer a su hijo que está por llegar. Virgen Santísima, Madre de mi Señor Jesús, atiende nuestras súplicas y llévalas ante tu Hijo, para que sus gracias se derramen sobre esta familia, trayendo tranquilidad y felicidad a sus miembros. (Padre Nuestro, Ave María y Gloria).

Que la paz y la bendición de Dios llegue a todos sus hogares.

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