viernes, 1 de julio de 2011

XII-067 Al calor de la Divina Eucaristía


AL CALOR DE LA DIVINA EUCARISTIA.

El próximo domingo 3 de julio a las 12 y 30 pm., el Cardenal Jorge Urosa Savino, Arzobispo de Caracas oficiará una Misa en la Iglesia de Nuestra Señora de la Chiquinquirá, situada en La Florida, al final de la Avenida Andrés Bello, en la cual tendremos la dicha de escuchar a la Coral Betania, dirigida por María Auxiliadora Bianchini de León, hija de la Sierva de Dios, María Esperanza, fundadora de la Coral, están todos invitados.

Meditemos, los hombres primitivos adoraban al sol como si fuera un Dios, ya que el sol les suministraba calor y facilitaba el proceso de la agricultura, fertilizando los suelos y dando vida a toda la naturaleza, el Sol es el centro de nuestro Sistema planetario y suplidor de la energía y el calor a todos los planetas que como la tierra giran en torno a él, pienso que quizás será por eso que las custodias en las que se expone el Santísimo Sacramento tienen la forma de un sol, porque es un símbolo del calor y la energía que irradia la Divina Eucaristía.

Jesús nos hizo un legado inapreciable durante la última cena con sus apóstoles, al dejarnos su cuerpo y su sangre, para que le adoráramos, para que nos acercáramos a él para alimentar nuestro espíritu con su calor y su energía. El se quiso quedar con nosotros para ser nuestro compañero de camino, nuestra luz y nuestro guía. ¿Has estado en la presencia del Santísimo orando por algunos minutos? ¿Te has dado cuenta de la paz y tranquilidad con que sales al retirarte de la capilla? Los que lo han hecho y lo hacen a menudo, podrán corroborar lo que digo y los que no han tenido esta experiencia los invito a hacerlo para que lo comprueben.

Dios nos está llamando constantemente desde los sagrarios de todas las Iglesias y en todas las misas donde se produce el milagro de la transustanciación que es la conversión del pan y el vino en la verdadera presencia de Jesucristo. Porque la Eucaristía es innegablemente el mayor de todos los Sacramentos, ya que en ella están contenidos verdadera y substancialmente el cuerpo y la sangre, el alma y la divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, es una presencia real, por lo tanto cuando comulgamos nos estamos uniendo íntimamente con Cristo, esa hostia que recibimos y que “digerimos” pasa a formar parte de nuestro cuerpo, no puede existir una unión más íntima que esta, es por eso que él nos dijo “quien come mi cuerpo y bebe mi sangre, vive en mí y yo vivo en él” (Jn 6, 56).

Cuando estamos de rodillas frente al Sagrario, o cuando estamos frente al Santísimo expuesto en su custodia, el poder del Altísimo nos cubre con su sombra y sentimos ese calor que nos conforta y nos alivia en momentos de dificultad, que nos da la paz y la serenidad que necesitamos, es similar a cuando nuestro cuerpo se expone a la presencia del sol, en este caso es nuestra alma la que está recibiendo las radiaciones de esa energía que circunda la presencia de Dios y que suple el aliento necesario para seguir adelante, con más fe y con la esperanza puesta en las promesas de Nuestro Señor. Acudamos a recibir ese calor que nos brinda la Divina Eucaristía para alimentar nuestro espíritu.

Que tengan un feliz fin de semana, no olviden la misa dominical y el rezo del Rosario en Familia, les deseo la paz de Cristo y la bendición de Dios Todopoderoso para todos los lectores y sus familiares.

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