lunes, 15 de agosto de 2011

XII-085 Meditemos sobre la Humildad.


MEDITEMOS SOBRE LA HUMILDAD.

La Humildad es la virtud por la cual la persona procura rebajarse voluntariamente y sentirse indigno de honores y halagos, ser humilde implica también no sentirse superior a los demás. La Sierva de Dios, María Esperanza, decía que la humildad no consiste en vestirse de harapos, la persona que tiene como hacerlo debe vestirse bien y conservar su buena apariencia, pero no debe ensalzarse a sí mismo. La frase famosa de Maria Esperanza que aparece incluso en el Memorial de su tumba dice: “La Humildad es el puente de Cristal que nos conduce al Cielo”.El mayor ejemplo de humildad lo tenemos en la Virgen María, ella fue escogida entre todas las jóvenes de Israel, por sus virtudes, por su vida de entrega a Dios, por su promesa de virginidad, tantas y tantas flores que la adornaban y la hicieron grata a los ojos del Señor para darle la maravillosa misión de llevar en su vientre al Salvador del Mundo y sin embargo, ella no se engolosinó por el triunfo obtenido sino que se rebajó a la condición de esclava y se llamó a sí misma “la esclava del Señor” porque el Señor había puesto sus ojos en ella y había hecho grandes cosas en su persona: “Proclama mi alma la grandeza del Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador, porque se fijó en su humilde esclava y desde ahora todas las generaciones me llamarán feliz. El Poderoso ha hecho grandes cosas por mí. ¡Santo es su Nombre!” ( Lc 1, 46-49 ).

Por su parte Jesús nos pone un gran ejemplo cuando nos habla del comportamiento que debemos tener cuando asistimos a un banquete, no debemos ocupar los primeros puestos porque podría suceder que después de nosotros llegara alguien más importante y el dueño de casa nos dijera que dejemos ese puesto al recién llegado, quedaríamos en vergüenza frente a los demás, por el contrario si al llegar nos sentamos en los últimos lugares puede ocurrir que el dueño de la casa nos diga “Ven amigo y siéntate más cerca de mí”, lo que sería un gran honor, y concluye diciendo Jesús: “Porque el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado.” ( Lc 13, 11).

Pueda que hayamos hecho muchos estudios, muchos cursos, tengamos infinidad de títulos, y nos hayan hecho frecuentes honores y condecoraciones, pero no debemos hacer alarde de ello, no debemos hacer comparaciones entre nosotros y otras personas diciendo que valemos igual o más que aquella persona porque nosotros hemos hecho tal o cual cosa y somos merecedores de un reconocimiento, por el contrario, la humildad consiste en hacer que todo eso pase inadvertido que de nuestra boca no salga una sola palabra para ensalzarnos a nosotros mismos.

No debemos evitar las tareas humildes por considerarnos superiores, si se presenta la oportunidad de fregar, barrer, limpiar, dejemos de lado la vanidad personal, hagámoslo todo con gusto y alegría, porque ninguna tarea es indigna si es para servir a Dios y a los demás.

Si transitamos el Puente de la Humildad, nos podremos presentar ante el Señor con la frente limpia que El que conoce toda nuestra vida, nos dará el reconocimiento que es valedero para toda la eternidad.

Que la paz de Cristo reine en sus corazones y la bendición de Dios Todopoderoso llegue a todos sus hogares.

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