lunes, 20 de agosto de 2012

XIII-077 Las Virtudes no se improvisan



LAS VIRTUDES NO SE IMPROVISAN.

Prudencia, Justicia, Fortaleza y Templanza son virtudes humanas que nos disponen para hacer el bien, regulando nuestros actos y nuestras pasiones para comportarnos según la razón y la fe, ellas no aparecen en el hombre repentinamente, sorpresiva o de forma espontanea, el hombre o la mujer virtuosos tienen una disposición estable del entendimiento y de la voluntad que son producto de un proceso de formación, educación y perseverancia.

Una buena comparación sería con el de una planta que debe ser sembrada, regada, cuidada, abonada y desmalezada para que pueda dar sus frutos, asimismo, las virtudes comienzan por la siembra en el hogar, en la familia, son los padres y los mayores quienes con su palabra y su ejemplo ponen esas semillas en la mente y el corazón de los niños que las reciben con entusiasmo y con deseos de aprender a comportarse en la vida, ellos serán un espejo del comportamiento de sus padres por esa tendencia natural del ser humano a imitar para aprender. De allí la importancia de la familia y del hogar como formadores de las nuevas generaciones, responsabilidad que no puede ser asumida por otros y mucho menos por el estado, pues estos no poseen ni la voluntad, ni el calor y el amor del hogar necesarios para que esa semilla pueda germinar.

Luego hay que regar esa siembra con la buena educación, labor que puede ser compartida entre el hogar y la escuela, con maestros que no solo se ocupen de enseñar matemáticas, historia e idiomas sino que se ocupen también de la formación moral y de la enseñanza y la práctica del bien, del comportamiento adecuado en los actos y situaciones que se presenten, en ello juega un importante papel la educación religiosa que informa al estudiante acerca del conocimiento de Dios y por ende de las virtudes teologales que son la fe, la esperanza y la caridad. El conocimiento de estas virtudes que son infundidas por Dios van a constituir raíces que afianzan la labor realizada por los padres y los maestros, es por tanto un error eliminar de los pensum regulares la educación religiosa, hacerlo deja de lado el respeto y el temor de Dios y aleja desde luego el respeto a nuestros congéneres que dejan de ser hermanos para convertirse en rivales con los que hay que competir y vencer a como de lugar.

A medida que esa planta va creciendo entra en juego la voluntad de la persona para cuidarse a si mismo, abonar la formación de aquellas virtudes que fueron sembradas tiempo atrás por sus padres y cultivadas y cuidadas por sus maestros y profesores, para sentir ese deseo de practicar la caridad con nuestros hermanos en Cristo más necesitados, ser justos y lograr una sociedad solidaria y respetuosa de la vida y de las personas.

De una manera u otra todos tenemos responsabilidades que cumplir en este sentido pues las virtudes hay que cultivarlas como a las plantas para lograr los frutos deseados, las virtudes no se improvisan.

Que la paz de Cristo reine en tu corazón y la bendición de Dios Todopoderoso descienda sobre ti y sobre tu familia y permanezca siempre.

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