LAS VIRTUDES.
La Virtud es el hábito o cualidad permanente del alma que da inclinación, facilidad y prontitud para conocer y obrar el bien y evitar el mal.
Si observamos que una persona dice siempre la verdad que nunca dice mentiras, decimos que esa persona tiene la virtud de la sinceridad o de la verdad, es pues una cualidad de esa persona que nos induce a pensar que se puede creer en lo que dice pues tiene el hábito de decir la verdad en todos los casos, igual puede decirse de la honradez, se dice que una persona es virtuosa si posee varias de estas cualidades, como la justicia, la bondad, la amabilidad que le permiten distinguir lo que es bueno de lo que es malo y proceder en consecuencia a hacer el bien. Muchas de estas virtudes nos son inculcadas por nuestros padres y nuestros maestros y si nosotros las practicamos y las ejercemos con frecuencia, pueden ir creciendo hasta llegar a constituirse en una característica propia.
Por otro lado, existen otras virtudes que son infundidas por Dios en nuestras almas, tales como las llamadas virtudes Teologales que son la Fe, la Esperanza y la Caridad, se llaman teologales (teo = Dios) porque se refieren directamente a Dios, por medio de la Fe creemos en El, por la Esperanza, esperamos en El, y por medio de la Caridad le amamos a El. Así como a las virtudes que mencionamos al principio se les llama virtudes naturales, a las infundidas por Dios se les llama Virtudes Sobrenaturales y también podemos desarrollarlas en la medida en que las alimentamos con la oración y las ponemos en práctica.
Cuando un niño es bautizado recibe la gracia santificante y también el Espíritu Santo infunde en su alma las virtudes teologales que solamente se pierden cuando se comete un pecado mortal. El niño mientras no tiene uso de razón conserva tanto la gracia como las virtudes, pero al crecer, las tentaciones del mundo le hacen pecar y perder estos regalos divinos, pues el pecado nos aparta de Dios. No todas se pierden de una sola vez, el pecado nos hace perder la caridad pues es una muestra de desamor de falta de amor a Dios, pero aún el alma conserva la Fe y la Esperanza, estas solo se pierden si dejamos de creer en Dios. Si perdemos la Fe en Dios entramos en la desesperación y ya no esperamos nada de El pues hemos dejado de creer en su existencia.
Además de la gracia santificante y las Virtudes teologales, en el bautismo se nos infunden también otras virtudes sobrenaturales que son llamadas también virtudes morales que son: la justicia, la prudencia, la fortaleza y la templanza. Seguiremos hablando de este interesante tema en próximas reflexiones.
Que la paz de Cristo y la bendición de Dios Todopoderoso llegue a todos sus hogares.
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