lunes, 27 de junio de 2011

XII-065 Meditar sobre la Esperanza.




MEDITAR SOBRE LA ESPERANZA.

La segunda de las tres virtudes teologales es la Esperanza. Se podría definir esta virtud como la virtud de confiar en la bondad y la omnipotencia de Dios, para obtener de él la vida eterna, y las gracias que hacen merecerla. La doctrina de Cristo es una doctrina basada en la esperanza porque todos esperamos ese Reino de los Cielos que Jesús ofreció en toda su predicación, si somos católicos, si somos seguidores de Cristo es porque esperamos su ofrecimiento, confiamos en él, la seguridad en esas promesas es la Esperanza.

¿Cómo esperamos lograr ese objetivo? ¿Con nuestras propias fuerzas? No, imposible, necesitamos de la ayuda de la gracia, es por eso que debemos invocar al Espíritu Santo para que así como derramó sus gracias sobre los apóstoles en aquel día de pentecostés, venga también sobre nosotros y llene de gracias los corazones de todos los que confiamos en él, que así como cubrió con sus alas a la Santísima Virgen para que engendrara en su vientre al Salvador del Mundo, también venga sobre nosotros y justificados por su gracia seamos constituidos en herederos de la esperanza en la vida eterna.

En todo hombre hay un anhelo de felicidad que Dios ha puesto en su creación, pero el hombre a veces no sabe distinguir entre la felicidad verdadera y la felicidad ficticia y en medio de esa confusión puede imaginar una felicidad que no es tal, como por ejemplo pensar que el dinero da la felicidad, y es capaz de luchar y esforzarse ardorosamente por llegar a tener suficiente dinero para ser feliz, en la mayoría de los casos fracasa, pero aún así, los que lo logran, muy tarde se dan cuenta que estaban equivocados que no era esa la verdadera felicidad.

Jesús nos explica claramente que la felicidad verdadera no está en esta tierra, no está en lo material, Jesús nos ofrece una vida más allá de la muerte terrenal, una vida eterna, sin sufrimientos, sin dolores, sin angustias, sin tentaciones y nosotros confiamos en su palabra porque sabemos que es fiel, por eso nos aferramos a la Esperanza y actuamos en la vida apegados a ella lo que al mismo tiempo nos preserva del egoísmo, de la desesperación y el abatimiento en los momentos difíciles, tenemos Esperanza porque confiamos en Dios.

Debemos perseverar hasta el fin para poder salvarnos, no perdamos nunca la Esperanza en la bondad de Dios, ni aún en los momentos más difíciles de nuestra vida, seamos bondadosos, justos, honestos, soportémonos los unos a los otros, preservemos la unidad de las familias y por sobre todo amémonos los unos a los otros tal como nos amó Jesús y nuestra Esperanza tendrá un premio reservado por Dios a los que le sirven y creen en él, a los que lo aman y esperan en él. Que la paz de Cristo y la bendición de Dios Todopoderoso llegue a todos sus hogares.

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