miércoles, 15 de junio de 2011

XII-060 ¿Tienes Paciencia?


¿TIENES PACIENCIA?

La Paciencia es también una virtud que deberíamos practicar todos los cristianos, consiste en soportar los males con resignación y saber esperar con esperanza las cosas que tardan. Dios es un modelo infinito de paciencia, por ejemplo la paciencia de Dios con el pueblo judío es una demostración de lo que estamos diciendo, también la paciencia de Jesús con nosotros es otro ejemplo maravilloso.

Meditemos hoy sobre nuestra propia paciencia, ¿somos nosotros pacientes? Bastaría con pararnos en una cola de un banco o de un supermercado y escuchar los comentarios de la gente para darnos cuenta de cómo la impaciencia es la reina que impera en su pensamiento y en sus palabras de protesta y desagrado. Si eso ocurre en cosas tan banales como la de hacer una fila para esperar su turno que no habría de ocurrir en cosas más graves que impliquen decisiones importantes en nuestras vidas, por el contrario la paciencia puede alcanzarnos muchas metas de las que deseamos lograr, pero claro todo a su debido tiempo.

Ya lo dice aquel famoso verso de Santa Teresa de Jesús: “Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa, Dios no se muda, La Paciencia todo lo alcanza; Quien a Dios tiene, Nada le falta: Solo Dios basta”. A veces se nos presentan situaciones muy difíciles de resolver y no nos damos cuenta que la mayor ayuda que podemos tener es nuestra confianza en el Señor, pedimos y la solución no llega, nuestra paciencia se acaba, pero en realidad es una prueba de nuestra paciencia, Dios quiere saber hasta dónde llega nuestra esperanza en El. Lo que Santa Teresa nos dice es que Dios sigue siendo el mismo, antes y después del problema, el “no se muda”, es decir no ha cambiado, por qué entonces has de cambiar tú que antes confiabas y ahora desconfías y te turbas?

Cuántas veces hemos pecado y el Señor nos ha dado su perdón, cuántas veces nos hemos separado voluntariamente de El y El nos ha esperado pacientemente y se alegra profundamente cuando su paciencia da el fruto de nuestro regreso. Sintamos también nosotros esa felicidad que dan los frutos de la paciencia, esa paz y esa tranquilidad espiritual que se vive cuando mantenemos un equilibrio en nuestras vidas y sabemos esperar confiados hasta que llegue el momento oportuno de alcanzar lo deseado.

Que la paz de Cristo y la bendición de Dios Todopoderoso llegue a todos sus hogares.

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