JESUS TE ESPERA EN EL SAGRARIO.
Cuantas veces habremos caminado por enfrente de un Templo, una Iglesia o una Capilla y hemos pasado de largo, sin pensar siquiera en la posibilidad de entrar a visitar a Jesús que está en el Sagrario. En casi todas las Iglesias Católicas existe un altar dedicado a preservar dentro de un Sagrario, las especies consagradas que no han sido consumidas, lo que significa que allí se encuentra el Cuerpo de Nuestro Señor Jesucristo, con toda su alma y divinidad.
Has pensado en el tiempo que los sagrarios se quedan solos, cuando no hay visitantes, aún en las Iglesias más concurridas. Jesús espera con mucha paciencia en el Sagrario, te espera a ti, nos espera a todos. Cuando visites una Iglesia dirígete primero al altar del Santísimo, a saludar a Jesús, es la misma regla de conducta que cuando visitas a tus amistades, primero saludar al dueño de la casa, y cuando has llegado durante la celebración de algún acto y la Iglesia está llena de fieles, procura al terminar dedicarle algunos minutos a Jesús en el Sagrario.
Si estamos conscientes de la presencia de nuestro Salvador en el Sagrario de cada Iglesia, no se justifica que pasemos enfrente de ella y si está abierta, no entremos aunque sea cinco minutos a visitar a Jesús. Voy a ponerte un simil, suponte que hay una persona muy importante que puede hacerte un gran favor, solucionarte un problema, o es por ejemplo el dueño de una empresa en donde estás buscando trabajo y que de repente alguien te dice que en un sitio público se encuentra esa persona sola que puedes entrar y hablar con él sin antesalas ni esperas de ningún tipo, ¿no entrarías para hablar con él?
Jesús es mucho más que cualquier otra persona considerada importante, puede darte cualquier cosa que le pidas, puede solucionarte los problemas más difíciles y además puede orientarte y conducirte por los caminos del bien, y no solo eso sino que cuando llegues a él te enterarás de que te estaba esperando y que se alegra mucho de verte.
¿Y qué le digo a Jesús? Primero persígnate, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, luego dile que crees en él, que le adoras, que le pides perdón por las faltas cometidas y luego háblale con toda tranquilidad, como si le estuvieras hablando a tu propio padre, o a un amigo íntimo, cuéntale tus problemas, tus ansiedades, tus dolencias, las de tus amigos, dile de aquel amigo tuyo que está enfermo, dale gracias por las cosas que te ha regalado, cuéntale también de tus triunfos, de tus proyectos que sea una conversación sincera y finalmente guarda unos minutos de silencio para que él derrame sus gracias sobre ti, te bendiga y disponga lo necesario para ti y lo que realmente te conviene según su Santa Voluntad.
Que la paz de Cristo y la bendición de Dios Todopoderoso llegue a todos sus hogares.
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