LA ORACION DE UNA MADRE.
Vamos a entrar en materia con la meditación de hoy que está en sintonía con ese gran día que acabamos de celebrar el pasado domingo, el Día de las Madres. En el Evangelio de San Marcos, capítulo 7, leemos aquel pasaje de la vida de Jesús en el cual él, ante el acoso de las autoridades de su país, se dirige a la región de Tiro, más allá de las fronteras judías y allí estando en una casa, una mujer sirio-fenicia se arrodilló a sus pies y le pidió que sacara a un demonio que se había apoderado de su hija, Jesús en principio le señala que él ha sido enviado a los hijos de Israel y ella era una extranjera, sin embargo ella sigue insistiendo con tanta humildad y tanta fe que al fin consigue lo que quería cuando Jesús le dice: “Por lo que has dicho, puedes irte, el demonio ha salido de tu hija.” (Mc 7, 24-30).
Es de destacar la insistencia de la Madre en su Oración por su hija, llena de fe, convencida de que Jesús la sanará, así debe ser nuestra oración, como la oración de las madres por sus hijos, confiados plenamente en la misericordia de Dios, perseverantes, insistentes aún cuando parezca que no hay salida, sintiendo el mal de los demás como si fuera propio y con mucha humildad, sabiendo que no somos merecedores del favor que estamos pidiendo que no se trata de un derecho que estamos ejerciendo sino de un favor que estamos pidiendo.
Oremos siempre, en los momentos difíciles y en los buenos momentos, oremos para alabar al Señor, para darle gracias por todo lo que nos regala diariamente y por los grandes favores que de vez en cuando le pedimos, no nos limitemos exclusivamente a recitar unas cuantas oraciones aprendidas de memoria y dichas a la carrera, como si quisiéramos salir de eso rápidamente, por el contrario hablemos con el Señor, con nuestras propias palabras, Jesús es un amigo que está siempre atento a lo que tú le digas, eso si expresando siempre que primero está la voluntad de Dios, porque sólo El conoce lo que más nos conviene de acuerdo con el Plan que tiene para cada uno de nosotros.
Que la paz y la bendición de Dios llegue a todos sus hogares.
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