lunes, 16 de mayo de 2011

XII-041 Jesús, el Buen Pastor


JESUS, EL BUEN PASTOR.

Ayer la Iglesia celebró el día de Jesús, el Buen Pastor, con la lectura y explicación de los primeros diez versículos del capítulo 10 del Evangelio de San Juan, en los cuales Jesús se pinta a si mismo como la figura de un pastor amoroso que cuida de sus ovejas que las reúne y las guía yendo a la cabeza del rebaño, llamándola a cada una por su nombre y conduciéndolas a los sitios donde hallarán buenos pastos, preocupándose porque ninguna de ellas se extravíe y si esto sucede buscándola hasta encontrarla, cargarla en sus brazos y regresarla al rebaño.

La comparación es extremadamente exitosa, como lo son todas las parábolas de Jesús, en este caso somos nosotros ese rebaño pues cada uno de nosotros está representado en alguna de esas ovejas que de vez en cuando se extravía por los caminos del pecado y él como Buen Pastor va personalmente a buscarnos, nos carga en sus hombros y nos regresa al redil, eso sucede cuando arrepentidos vamos a la Confesión y retornamos a la vida de la gracia.

Jesús Resucitado entrega la función de pastorear a sus ovejas a Pedro, pidiéndole por tres veces consecutivas que si le ama que cuide de sus corderos y lo convierte en Vicario de Cristo, es decir de representante de Cristo en la Tierra, cabeza visible de la Iglesia, eso es el Papa, sucesor de Pedro, nuestro Pastor a quien debemos seguir todos unidos, orando por él, por su salud, por su fortaleza e inteligencia para regir a la Iglesia, el rebaño inmenso de más de mil millones de personas en todo el mundo que confían en su palabra y en su guía espiritual.

Hagamos una plegaria inspirada en los salmos 22 y 118 que diga así: Enséñame Señor el camino de tus leyes para seguirlo puntualmente, para cumplir tu voluntad y preservarla en mi corazón. Guíame por la senda de tus mandamientos para que los cumpla con alegría, dame vida con tu justicia, tú eres mi pastor, mi Buen Pastor, contigo nada me faltará y aunque camine por sitios oscuros nada temeré porque tú siempre estás conmigo. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.

Que la paz y la bendición de Dios llegue a todos sus hogares.

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