miércoles, 25 de mayo de 2011

XII-046: Nueva Escala de Valores


NUEVA ESCALA DE VALORES.

Hoy les invito a meditar sobre la Nueva Escala de Valores que Cristo vino a traer en su venida a la tierra. Estamos acostumbrados a una Escala de Valores del mundo, en la que el que tiene más bienes, dinero u ostenta más poder por su fuerza, maña o habilidad, ocupa los primeros lugares, así era también en aquel tiempo, es por eso que los discípulos de Jesús discutían entre sí acerca de la importancia que tendría cada uno de ellos en el Reino de Jesús y los puestos o ministerios que eventualmente ocuparían cuando se estableciera el Nuevo Reino, nos lo dice San Marcos en su evangelio: “Habían estado discutiendo sobre quién era el más grande” (Mc 9, 30-34).

Sin embargo, Jesús nos enseña una nueva forma de valoración en la que el servicio a los demás es lo que hace que alguien sea más importante que otro, la Iglesia fundada por Cristo está constituida para servir al mundo, no para que el mundo le sirva a ella, porque el objetivo de la Iglesia debe ser la construcción de un mundo mejor en el que todos se amen y en consecuencia reinen la justicia y la paz.

Y somos nosotros quienes constituimos la Iglesia, por lo tanto nuestro esfuerzo por lograr ascender en la Escala de Valores que Cristo nos señala se basa en el servicio que prestemos a los demás y ese servicio no puede limitarse a un simple gesto de atención, sino convertirnos en verdaderos servidores, desvivirnos por ellos, dejar a un lado nuestros propios gustos y satisfacciones para buscar la satisfacción de nuestros prójimos.

Cristo fue un ejemplo magistral en esta tarea y su Madre Santísima es el segundo ejemplo que debemos seguir, Jesús decía que no había venido a ser servido sino a servir, con humildad, con paciencia, recordemos el lavatorio de los pies a los apóstoles durante la Ultima Cena “El que quiera ser el primero, sea el último de todos y el servidor de todos”(Mc 9, 35)

Vamos a proponernos a hacer cada día un servicio a alguien que esté necesitado de ayuda, sin hacer alarde de ello, calladamente, sin vanagloriarnos por lo que hemos hecho, solo buscar con ello a Jesús y decirle: Aquí estoy Señor para servirte a través de este hermano que me necesita, no me tienes que dar nada por ello, solo lo hago por amor al Padre y por seguir tus consejos. Alabado sea Dios.

Que la paz de Cristo y la bendición de Dios Todopoderoso llegue a sus hogares.

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