miércoles, 18 de mayo de 2011

XII-043 El llamado de Dios.


EL LLAMADO DE DIOS.

¿Sientes el llamado de Dios? Cada vez que lees algo como estas meditaciones, por ejemplo, o cualquier otra lectura en la que se hable de conversión, es decir de cambio de caminos, ¿no has sentido interiormente ese llamado? Es un privilegio el haber sido escogido por el Señor para cumplir alguna misión en su nombre, por pequeña que sea esa tarea, lo importante es que ha puesto sus ojos en ti, ha valorado tus aptitudes, aquellas que El mismo te dio al nacer y ahora quiere que tú las uses para el logro de un objetivo.

¿Cómo responder a ese llamado? El mejor ejemplo nos lo dan los apóstoles, cuando Jesús llamó a Simón y su hermano Andrés, “de inmediato dejaron sus redes y le siguieron” (Mc 1, 18) y cuando llamó a Santiago y a su hermano Juan, hijos del Zebedeo, “y ellos dejando a su padre el Zebedeo en la barca con sus ayudantes le siguieron” (Mc 1, 19-20) En ambos casos hay un desprendimiento inmediato de aquello que los ligaba al camino que estaban transitando, en un caso las cosas materiales y en el otro los lazos familiares, para iniciar un nuevo camino es necesario desligarnos de aquello que nos ata sin darnos cuenta al camino equivocado.

Jesús comienza su labor primero solo, proclamando la buena nueva de Dios, “Decía: “El tiempo se ha cumplido, el Reino de Dios está cerca. Cambien sus caminos y crean en la Buena Nueva”, luego comienza a llamar a los que serían sus colaboradores y luego sus seguidores en la misión que el Padre le encomendó, de esa manera se va proyectando hacia toda la humanidad el mensaje, es como una red que se va extendiendo en la medida en que hay nuevos llamados a ser seguidores de Jesús, ahora te ha tocado a ti, en este momento Dios te está diciendo “Sígueme”, quizás no te esté pidiendo que abandones tus cosas o tu familia, porque a todos no les exige lo mismo, pero si quiere oír tu respuesta quiere saber que cuenta contigo para la obra de la redención, ¿cuál es tu respuesta?.

Digamos como Samuel, aquí estoy Señor para hacer tu voluntad, quiero seguir tus caminos, quiero colaborar contigo, dispón de mi, de mi vida, mi cuerpo y mi espíritu son todo tuyos, dame la fuerza y el valor para desprenderme de todo aquello que me ata a los caminos equivocados por donde había transitado, quiero seguirte, yo creo en la Buena Nueva.

Que la paz y la bendición de Dios llegue a todos sus hogares.

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