viernes, 13 de mayo de 2011

XII-040 Salvada del Infierno y del Purgatorio


SALVADA DEL INFIERNO Y DEL PURGATORIO.

Vamos a dedicar nuestra meditación de hoy a la Santísima Virgen María ya que hoy se celebra el Día de la Virgen de Fátima.

En el libro “Las Glorias de María”, escrito por San Alfonso María de Ligorio, se cuenta de una joven llamada Alejandra, de familia noble y de gran hermosura que era pretendida por dos jóvenes, los cuales cegados por los celos pelearon y quedaron muertos. Los familiares de las víctimas se vengaron en la joven muchacha, acusándola por las muertes ocurridas y la decapitaron y echaron su cabeza a un pozo. Días después, pasó por allí Santo Domingo y por inspiración divina se acercó al pozo y gritó “Alejandra, sal fuera”. De forma milagrosa apareció en el brocal del pozo la cabeza viva de la joven quien le pidió al santo que la confesara, así lo hizo y luego le dio la Comunión en presencia de un grupo de personas, la joven expresó que cuando le cortaron la cabeza se hallaba en pecado mortal y que por la devoción que siempre había tenido de rezar el Rosario, la Santísima Virgen le había concedido esa vida adicional para que se confesara y que ahora bajaría al purgatorio.

Quince días después la joven se apareció a Santo Domingo, radiante y esplendorosa y le dijo que por los rosarios que habían rezado en sufragio por su alma ya había sido liberada del purgatorio y que ahora sería llevada a la mansión de la eterna bienaventuranza.

En esta narración vemos la importancia tan grande que reviste el rezo del Santo Rosario, mientras estamos en vida y también por las almas de aquellos que ya se han ido de este mundo. Pidámosle a la Reina del Cielo y de la tierra, la Madre del Soberano del Universo que nos haga sentir un gran amor y veneración hacia ella para que así podamos servirla, alabarla y honrarla, a la vez que trabajar para que otros también la honren y la amen.

“!Oh Madre mía amorosísima! Yo también quiero amaros y amaros con todo mi corazón y hacer todo lo posible para que otros también te amen. Aceptad, Señora, el gran deseo que tengo de amaros y ayudadme a conseguir mi intento. Yo se que Dios se complace en mirar con ojos de bondad a los que os aman…Vos me habéis de alcanzar el perdón de mis pecados y la perseverancia final…Vos me habéis de asistir a la hora de mi muerte y librarme del Purgatorio y Vos finalmente me habéis de llevar al Cielo.”

Que la paz y la bendición de Dios llegue a todos sus hogares, no olviden la Misa Dominical y el sábado el rezo del Santo Rosario, preferiblemente en familia porque la familia que reza unida, permanece unida.

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